Simposio No. 9

NEUROÉTICA Y NEUROPOLÍTICA: UNA REFLEXIÓN DESDE LA TEORÍA DE LA DEMOCRACIA (10-1 JORNADA)

Domingo García Marzá (Universitat Jaume I) y Patrici Calvo (Universitat Jaume I)
E-mail: calvop@uji.es

OBJETIVO

El simposio “Neuroética y neuropolítica: una reflexión desde la teoría de la democracia” centrará su atención en la relación existente entre los últimos avances de la neuroética y la neuropolítica y el desarrollo de una teoría de la democracia que tiene en la participación de la sociedad civil, la deliberación racional y en la integración de las emociones sus coordenadas básicas.

RESUMEN

Una de las principales consecuencias de los distintos procesos de globalización (económico, financiero, comunicativo, etcétera) ha sido la emergencia del protagonismo de la sociedad civil y, con él, de las diferentes instituciones y organizaciones públicas y privadas que la configuran y le dan sentido ( Cortina, 2003; Kaldor, 2005; Keane, 2014). Como instituciones no solo constituyen un conjunto de reglas, sino un sistema de valores y, por ende, de sentimientos.
Aunque se tiende a confundir la democracia con la política hay que tener en cuenta que gran parte del poder necesario para cambiar la realidad se genera y desarrolla en la sociedad civil. Es en este ámbito donde acontece la legitimidad de los modelos democráticos, permitiendo recursos tan importantes para el correcto funcionamiento de las Instituciones y organizaciones políticas y para el desarrollo de las sociedades como la confianza, la reputación o la reciprocidad, recursos que tienen una base racional vinculada con aspectos técnico-estratégicos, pero también morales (García-Marzá, 2004). De ahí que una buena parte de las teorías sobre el cambio social (Donati, 2013), la gobernanza (González-Esteban, 2014; Feenstra, 2015) y el diseño institucional y organizacional (García-Marzá, 2004; Ostrom, 2012) de las últimas décadas hayan visto en la promoción y potenciación de una sociedad civil fuerte, activa y comprometida la clave para generar procesos participativos capaces de favorecer un orden social más justo e igualitario, unas instituciones más legítimas, unas organizaciones políticas más enriquecedoras tanto para sí como para la sociedad. Para este fin, el papel de las emociones morales es fundamental como bien muestra la actual desafección.
Actualmente, los últimos avances neurocientíficos están aportando información relevante sobre tales cuestiones, especialmente los estudios provenientes de la neuroética y la neuropolítica (Cortina 2010; Garcia-Marzá, 2014; García-Marzá y Conill, 2016; Calvo 2018). Entre otras cosas, estas disciplinas están mostrando la necesidad de introducir la dimensión afectiva en el enfoque de política deliberativa. Entre otras cosas, como forma de paliar su exceso de racionalismo de las diferentes propuestas y concepciones deliberativas y participativas de la democracia. Pero también como punto de referencia para la comprensión de las motivaciones que subyacen a la participación comprometida de la sociedad civil; afectos cuya gestión y potenciación permiten minimizar la desafección y potenciar su contribución en los distintos procesos democráticos.
Por todo ello, este simposio busca reflexionar sobre los últimos avances de las neurociencias para desarrollar desde ahí un nuevo modelo de democracia, donde la educación y la participación tengan un lugar central.

PARTICIPANTES

Domingo García Marzá (Universitat Jaume I)
Jesús Conill (Universidad de Valencia)
Emilio Martínez (Universidad de Murcia)
Maria Medina-Vicent (Universitat Jaume I)
Daniel Pallarés (Universitat Jaume I)
Asier Hernández Blanco (Universitat Jaume I)
César Ortega Esquembre (Universidad de Valencia)
José Luis López (Universitat Jaume I)
Francisco Arenas-Dolz (Universidad de Valencia)
Patrici Calvo (Universitat Jaume I)

CONTRIBUCIONES

Título: Neuropolítica: los límites de la democracia
Autor: Domingo García Marzá
Afiliación: Universitat Jaume I
Cargo: Catedrático de Filosofía Moral
Resumen: La participación se centra en la relación entre los avances de la neuropolítica y una teoría de la democracia que tiene en la deliberación racional y en la búsqueda de acuerdos su eje central. El punto de partida para este diálogo interdisciplinar es la actual desafección que padecen nuestros sistemas democráticos. A partir de ahí se destacan tanto los peligros de una neuropolítica que comprende los procesos políticos como procesos mentales, como la necesidad de introducir la dimensión afectiva en la política deliberativa. La cuestión que se plantea es si la neuropolítica constituye un buen antídoto contra el excesivo racionalismo de las concepciones deliberativas y participativas de la democracia o más bien representa el último revés para nuestra forma de entender y desarrollar la democracia. La respuesta vendrá desde un concepto de democracia que tiene en la sociedad civil su principal potencial de cambio y transformación social.


Título: Neuroética de la elección en una sociedad pluralista
Autor: Jesús Conill
Afiliación: Universidad de Valencia
Cargo: Catedrático de Filosofía Moral y Política
Resumen: Para participar como es debido en los procesos democráticos de una sociedad pluralista hace falta ser capaz de deliberar, porque no hay auténtica elección sin deliberación. Pero la deliberación no consiste en un proceso racional puro, sino que está conformada por diversos componentes, entre los que cabe destacar la información, la motivación, los factores emocionales y sentimentales, la imaginación o simulación de posibilidades, la evaluación de las alternativas posibles y la decisión final.
Una de las tendencias más influyentes en la actual neurociencia es la de analizar el espacio virtual de la elección mediante teorías matemáticas, con las que se intentan explicar los mecanismos neuronales que intervienen en las decisiones. Confían en que los modelos matemáticos son capaces de ofrecer una nueva “teoría del cerebro”; en definitiva, se trataría de una teoría matemática del cerebro, en la que se explican los procesos básicos en la toma de decisiones (informaciones, sensaciones, memoria, prospectiva, motivaciones, aspectos temporales, preferencias).
Ahora bien, ¿queda explicada mediante tales modelos la decisión final en el proceso de elección? ¿Es posible determinar el proceso de deliberación mediante el cálculo computacional? ¿Se puede confiar en la objetivación matemática mediante algún tipo de algoritmo la elección de los ciudadanos? ¿Se puede realmente objetivar y cuantificar la confianza entre los ciudadanos y en el nivel institucional? ¿O bien sólo se puede ofrecer un cálculo estadístico de la información y del tiempo empleado en los procesos de decisión? Pero, ¿queda explicada la elección mediante tales condiciones? ¿Dónde se sitúan los factores motivacionales, emocionales y sentimentales de las decisiones en los procesos de elección?
Ante las limitaciones de las actuales neurociencias, el enfoque que proponemos de la neuroética consiste en profundizar en la clásica ética de la elección, que implica deliberación, pero contando en dicho marco con las aportaciones de los estudios neurocientíficos, no para suplantar la compleja realidad humana mediante mecanismos computacionales, sino para ampliar el horizonte de comprensión de la vida humana, desde la que los ciudadanos ejercen su participación en sociedades pluralistas y en sus procesos democráticos.


Título: Autocontrol racional y formación de la voluntad democrática: una aproximación desde la neuroética
Autora: Emilio Martínez Navarro
Afiliación: Univerdad de Murcia
Cargo: Catedrático de Filosofía Moral y Política
Resumen: El concepto de democracia presupone en gran medida la autodeterminación individual, el autocontrol racional, el libre albedrío de la persona en cuanto ciudadana. Sin embargo, algunas investigaciones llevadas a cabo en el ámbito de la neuroética y desde la Psicología Social (Libet y otros, Mischel y otros, Thaler y otros) ponen en duda la capacidad de autodeterminación de la voluntad individual de las personas (si no en todos los individuos, al menos sí en una gran mayoría). Este cuestionamiento plantea serios retos para el funcionamiento adecuado de la democracia, puesto que afecta gravemente al proceso por el que se ha de formar la voluntad democrática en las instituciones de gobierno de nuestra época. Esta comunicación expone las líneas maestras de este problema y propone algunas vías de solución apostando por la profundización en los métodos dialógicos en la educación, la transparencia en los procesos políticos y el aprovechamiento de los avances neurocientíficos al servicio de una mayor calidad de la democracia.


Título: Implicaciones éticas del neuroliderazgo para el diseño institucional
Autora: Maria Medina-Vicent
Afiliación: Universitat Jaume I
Cargo: Investigadora Postdoctoral
Resumen: Aunque la literatura sobre liderazgo es amplia y fecunda, no existe un acuerdo cerrado sobre cómo desarrollar un liderazgo exitoso (Rock, 2010a). De aquí que la aplicación de las neurociencias al estudio del liderazgo se haya convertido en los últimos años en uno de los campos de reflexión más fecundos. El concepto Neuroleadership fue acuñado por el autor David Rock, director del Neuroleadership Institute, en el año 2006 en la publicación Strategy+Business (Rock & Schwartz, 2006), un concepto que desarrolló con mayor profundidad en su obra Your Brain at Work (Rock, 2009). Dicho concepto se refiere a la aplicación de los hallazgos de las neurociencias al campo del liderazgo, trae el conocimiento neurocientífico que bridan tecnologías como la resonancia magnética a las áreas de desarrollo de liderazgo, gestión del cambio, consultoría y coaching.
Los aspectos centrales que son abordados en el neuroliderazgo se basan en la toma de decisiones, pero también en la memoria, la atención, la motivación y la inteligencia emocional (Ghadiri, Habermacher & Peters, 2012), cuestiones clave para un liderazgo eficiente que pueda dar respuesta a los problemas que surgen en el día a día organizacional. Algunas de las acciones que se están llevando a cabo son las siguientes: testar cómo se solucionan problemas lineales y no lineales, testar cómo se regulan las emociones, testar cómo se conecta emocionalmente con otros, o testar cómo de bien se fija la atención.
A partir del conocimiento científico sobre el cerebro, el objetivo principal es que los/as líderes puedan desarrollar aquellas capacidades que les permitan ser líderes eficientes para la organización y evitar aquellas prácticas o conductas que les alejen de este objetivo. Dependiendo de la idea de eficiencia que se tenga, las capacidades a desarrollar por los/as líderes serán unas u otras. Consecuentemente, la incorporación de las bases y/o avances en del campo del neuroliderazgo en la gestión de las instituciones suscita ciertos interrogantes y contiene implicaciones éticas a las que se debe atender en el marco de una sociedad democrática. La cuestión, por tanto, recae en discernir si esta eficiencia puede entrar en diálogo con una gestión ética de las organizaciones o no. Es decir, ¿qué implicaciones tiene para la organización una concepción neurocientífica del liderazgo?
Así pues, a pesar de la deriva neoliberal del discurso del neuroliderazgo, en términos generales éste apela a la dimensión humana de la organización en contraposición a la concepción funcional de la misma (Turnbull, 2015; Rock & Grant, 2016; Cox et al. 2016). Sin embargo, su recurso a dicha dimensión humana tiene una diferencia clave con la que elabora la ética de las organizaciones. Mientras que el neuroliderazgo sitúa los problemas en el interior de cada persona a través de un lenguaje psicológico, la ética de las organizaciones pretende, a través de la deliberación conjunta, señalar aquello que puede aportar la gestión empresarial para resolver dichos problemas de forma estructural, que no son concebidos como cuestiones individuales, sino organizacionales.
Partiendo de esta distinción principal, reflexionaremos en torno a las principales implicaciones éticas del neuroliderago en el diseño de las instituciones y cómo afecta esto a las bases de una sociedad democrática, enmarcándonos en los principios de reflexión que nos otorga la propuesta de ética de las organizaciones elaborada por la Escuela de Valencia (Cortina, 1994b, 2013; Conill, 2004; García-Marzá, 2004; González-Esteban, 2007).


Título: Neuroeducación moral: una perspectiva ética de la epigénesis proactiva para el diseño institucional
Autor: Daniel Pallarés-Domínguez
Afiliación: Universitat Jaume I
Cargo: Investigador Postdoctoral VALi+D
Resumen: La epigénesis proactiva, una de las propuestas actuales de neuroética desarrollada por J. P. Changeux (2004) y K. Evers (2010, 2015) ya se está adoptando como base teórica para propuestas que exceden la tradición neurocientífica francesa con la que se inicia, y que intentan responder a demandas de justicia ética de carácter universal (Cortina, 2007). Concretamente estas propuestas se han plasmado a través serie de programas sobre neurociencia cognitiva y del desarrollo, que estudian cómo la pobreza infantil condiciona el desarrollo cognitivo.
Las conclusiones de estos estudios (Lipina & Segretin, 2015; Lipina, 2014) indican que el impacto de la carencia de condiciones de vida que consideramos dignas (Cortina, 1997, 2017), deja una huella neural epigenética que no es homogénea ni afecta a las personas en el mismo momento en el que tiene lugar el estado de pobreza, pues puede manifestarse a lo largo de toda la vida (Lipina & Segretin, 2015). Es decir, la pobreza afecta realmente a la configuración y regulación funcional del sistema nervioso a diferentes niveles — molecular, hormonal, activación neural, autorregulación y conducta moral— y puede tener efectos programáticos durante toda la vida.
Entre las propuestas neuroeducativas para intentar paliar este impacto, se pueden destacar especialmente las que irían enfocadas a potenciar, mediante hábito, los procesos cognitivos centrales en el desarrollo cognitivo y socioemocional de los infantes que están privados de un primer aprendizaje escolar y familiar. Entre estos procesos se encuentran la atención, control inhibitorio, memoria de trabajo, flexibilidad cognitiva, o procesamiento fonológico (Goldin, et al., 2013). Estos ejemplos evidencian un gran trabajo neuroeducativo en el terreno cognitivo, pero quizá no tanto en el terreno neuroeducativo moral (Moll, et al., 2009).
Partiendo de la relación intrínseca entre la neurociencia, la educación y la ética (Narvaez, 2006, 2010), el objetivo principal de este artículo es abordar, desde una perspectiva crítica, estas propuestas neuroeducativas en el seno de la pobreza y que parten de la epigénesis proactiva. La hipótesis principal es poner de manifiesto que el abordaje neurocientífico está inexorablemente unido a la discusión ética, en este caso sobre la violación de los Derechos Humanos que implican las condiciones de pobreza infantil. En definitiva, se trata de demostrar que el estudio de estas propuestas desde una perspectiva ética puede ayudar al diseño institucional.


Título: Neuroética y neuropolítica: sobre bases cerebrales de la conducta moral en la teoría de Michael S. Gazzaniga
Autor: Asier Hernández Blanco
Afiliación: Universitat Jaume I
Cargo: Investigador predoctoral
Resumen: En el presente artículo se pretende llevar a cabo una reflexión crítica en torno a la teoría neurocientífica de Michael S. Gazzaniga, el cual afirma la existencia de una ética basada en el cerebro y que, a su vez, plantea la posibilidad de sustituir las teorías éticas y las morales religiosas, por un conjunto de respuestas universales de carácter biológico. Se utilizarán los estudios en materia de neuroética llevados a cabo por Adela Cortina, Adina Roskies y Joshua Greene, entre otros, para contrastar la tesis de Gazzaniga, y mostrar hasta qué punto la neurociencia puede convertirse en el mesías del siglo XXI.
¿Cómo funciona el cerebro humano? Esta es la pregunta fundamental en la que están basadas las neurociencias. Para poder dar una respuesta adecuada, se han ido desarrollando a lo largo de las décadas numerosas técnicas de neuroimagen basadas en el método científico. Es decir, en la observación de un fenómeno, la formulación de una o varias hipótesis y su posterior experimentación. A través del método científico se han realizado cuantiosos avances en el conocimiento de las diferentes áreas del cerebro. Los cuales han mostrado que cada una de ellas está especializada en diversas funciones, y que existe un vínculo entre ellas.
En la primera parte del artículo se presenta la distinción de neuroética propuesta por Adina Roskies, con el objetivo de situar la teoría de Gazzaniga en un marco conceptual. Roskies diferencia entre la ética de la neurociencia, considerada por algunos como una rama fundamental de la bioética; y la neurociencia de la ética, basada en entender como la ética afecta al cerebro humano.
Frente a estas dos ramas de la neurociencia, se abre un sinfín de posibilidades para el beneficio del ser humano tales como la prevención de enfermedades cerebrales —Alzheimer, demencia o esquizofrenia, entre otros—, la mejora de las capacidades de cognición, de la memoria o la atención.
En todo caso se debe ser cauteloso, pues el principio de beneficiar al ser humano no debe ser aquel que guíe la investigación científica, sino más bien el de no perjudicar. ¿Por qué? Básicamente porque dentro de la aplicación de las neurociencias aparecen numerosos interrogantes que no pueden ser obviados. Uno de ellos y, a mi juicio, uno de los más importantes es el siguiente: ¿se puede construir una ética universal basada en el cerebro? Alrededor de esta pregunta surgen un sinfín de nuevos interrogantes, que la neurociencia está intentando responder, puesto que dicha cuestión ha generado una enorme controversia dentro del campo neurocientífico.
En la segunda parte del trabajo muestra cómo Gazzaniga asegura, a través de sus investigaciones, que sí es posible cimentar los fundamentos de una ética universal basada en el cerebro. Según sus interpretaciones, la neurociencia es la llave para descubrir los principios de la conducta moral del ser humano. Si existen dichas bases, es decir, unos códigos inscritos en el cerebro a través del proceso evolutivo de la especie humana, se puede razonar la existencia de una ética universal, pues el cerebro es un órgano común del ser humano.
Por último, se lleva a cabo una reflexión crítica en torno a algunas de las problemáticas que presenta la teoría de Gazzaniga, a la hora de aceptar como válida su propuesta de ética universal fundamentada en el cerebro. Para ello se utilizarán como base los estudios en materia de neuroética llevados a cabo por Adela Cortina, Roskies y Joshua Greene, con el objetivo de extraer una serie de conclusiones que confirmen o refuten la propuesta de éste.


Título: La neuroeducación moral en el contexto de la democracia liberal
Nombre: César Ortega-Esquembre
Afiliación: Universidad de Valencia
Cargo: Investigador predoctoral FPU
Resumen: En el marco general del simposio, que trata de establecer puentes entre los actuales avances neurocientíficos y una teoría de la democracia que hace de los procesos deliberativos acontecidos en el seno de la sociedad civil el auténtico agente de la transformación social, la cuestión de la educación moral, acaso el principal vehículo para una socialización que respete nuestra propia autocomprensión democrática, aparece como totalmente decisiva. En este punto particular los vínculos entre la neurociencia y la sociedad quedan resumidos en una incipiente disciplina que recibe hoy el nombre de “neuroeducación moral”. El objetivo de desarrollar un programa de neuroeducación moral en el contexto de sociedades axiológicamente plurales deja entrever sin embargo posibles riesgos y malentendidos que conviene aclarar desde el comienzo, pues es muy evidente que sólo una determinada comprensión de “lo moral”, a saber, aquella que se ciñe al minimalismo ámbito de las cuestiones vinculadas con “lo justo” y deja a elección de los individuos las cuestiones que tienen que ver con “lo bueno”, puede escapar a la previsible acusación de adoctrinamiento.
Este objetivo general entraña a mi modo de ver tres etapas fundamentales: en primer lugar, el estudio neurocientífico de las bases cerebrales subyacentes al comportamiento moral (neuroética); en segundo lugar, el estudio sobre la forma en que se puede aprovechar este conocimiento en las tareas de la educación moral (neuroeducción moral); en tercer lugar, el estudio sobre la específica concepción ética que está a la base de la tarea neuroeducativa (filosofía moral y política). Quisiera central mi comunicación en la tercera de las cuestiones así detalladas, que constituye, a mi modo de ver, el fundamento teórico en que ha de pivotar el proyecto en su conjunto. Apoyándome en el deontologismo procedimental de autores como Karl Otto Apel, Jürgen Habermas, John Rawls y, en una versión ciertamente revisada y más receptiva a elementos provenientes de modelos de filosofía moral anteriores, también Adela Cortina, quisiera insistir en la importancia de destacar el núcleo liberal-político del modelo –en el sentido que damos al término “liberal”, por ejemplo, en el contexto de los debates entre comunitarismo y liberalismo– como única forma de responder al posible reproche de un adoctrinamiento moral. En efecto, esta objeción sólo puede contestarse adecuadamente si se hace ver que la neuroeducación moral en modo alguno puede tener que ver con contenidos particularistas –esto es, con éticas de máximos o doctrinas comprehensivas del bien–, sino únicamente con aquellas normas y valores que pueden ser en rigor universalizables –esto es, con contenidos de tipo posconvencional–, así como con los principios y procedimientos de justificación que están a la base de esta universalización.


Título: El concepto «Resonanz» de Hartmut Rosa ante las implicaciones éticas de la aceleración social
Autor: José Luis López
Afiliación: Universitat Jaume I
Cargo: Investigador Predoctoral FPI-GV
Abstract: La toma de decisiones políticas en la democracia requiere de unos tiempos que, en la actualidad, no siempre están sincronizados con la esfera social a la que atiende. De ello derivan implicaciones éticas que se vuelven más complejas a la luz de una sociedad pluralista y de la existencia de diferentes esferas de poder. Desde el punto de vista de la teoría de la aceleración social que propone Hartmut Rosa, la estricta comprensión de las democracias como un proceso de negociación de intereses fundamentado en procesos racionales, o circunscrito a los sistemas de votación política, resulta anacrónico. En este contexto, la comunicación se centra en el abordaje del planteamiento normativo —con una marcada dimensión emocional— con el que Rosa propone un tipo relaciones que no solo atañe a los sujetos políticos en el marco de la política democrática, sino a las relaciones de los individuos entre sí, y de estos con el mundo. Nos manejaremos, por lo tanto, en el nivel holístico de la propuesta.
Para desarrollar el tema planteado, introduciremos las características contingentes y modernas de aceleración social, a partir de las cuales Rosa reivindica la necesidad de repensar la suficiencia de las propuestas normativas formuladas dentro de la corriente de la Teoría Crítica, con las que hacer frente a las situaciones de injusticia y/o de alienación. Una vez mostrado el diagnóstico de la aceleración social, se expondrá la respuesta —propositiva— normativa con la que Rosa pretende hacer frente a las situaciones de injusticia y/o de alienación de los individuos que acontecen en ese contexto. En este punto, trataremos el concepto «Resonanz» y sus diferentes dimensiones con el fin de revelar los términos en los que Rosa sostiene la necesidad de establecer relaciones dialógicas entre diferentes esferas de la vida, más allá de aquellas que se enmarcan en los cauces democráticos formales.

Título: ¿Pueden las neurociencias salvar la democracia?
Autor: Francisco Arenas-Dolz
Afiliación: Universidad de Valencia
Cargo: Profesor Titular de Universidad
Resumen: La sociedad disciplinaria descrita por Michel Foucault ya no se corresponde con la de hoy en día. Además de hospitales, manicomios, cárceles y cuarteles se ha establecido un mundo de bancos, oficinas, gimnasios o laboratorios donde el individuo carece de toda soberanía, porque se auto-explota a sí mismo, haciendo que libertad y coacción coincidan. De este modo, la biopolítica descrita por Foucault ha dado lugar a lo que Byung-Chul Han ha denominado psicopolítica, la cual establece un sistema de dominación donde se hace uso de un poder seductor y smart que apela a las dimensiones pre-reflexivas. Este sujeto que se auto-explota a sí mismo perdiendo su capacidad de agencia busca optimizaciones para no quedar aislado de la sociedad del rendimiento. A ello ha contribuido el fomento de una concepción cerebralizada de la persona y la emergencia de neuronarrativas, según las cuales podemos mejorarnos a nosotros mismos actuando en nuestra propia cerebralidad. El actual impulso de las neurociencias ha sido propiciado por el desarrollo de neurotecnologías de representación y visualización cerebral y la proliferación de discursos neuroculturales en la cultura pública y en los medios de comunicación, así como el surgimiento de neologismos: neuroética, neuropolítica, neuroeconomía, neuroeducación, neuroestética, etc. En especial, las neurociencias y las ciencias cognitivas aplicadas a la política han adquirido una relevancia creciente en el debate público y el neuromarketing y los macrodatos están penetrando en las campañas electorales. Son muchos los investigadores en busca de datos empíricos que permitirían establecer la existencia de correlaciones entre los comportamientos electorales –o la predisposición hacia un determinado partido político– y toda una serie de factores biológicos y neuronales. Por ejemplo, un estudio del Colegio Universitario de Londres de 2011 trató de mostrar, estudiando la amígdala y la corteza cerebral, que el miedo nos hace más proclives a votar a la derecha, mientras que otro estudio de la Universidad de Carolina del Sur de 2012 intentó probar, mediante las neuronas espejo, que el progresistas y conservadores desarrollan lazos sociales diferentes (más amplios los primeros, más restringidos los segundos). El objetivo de esta comunicación es mostrar los límites de esta orientación cerebralizada. Si bien resulta cuestionable que estos avances neurocientíficos en sí mismos puedan minimizar la desafección y potenciar la contribución de la sociedad civil en los procesos democráticos, su conocimiento podría hacernos más conscientes de nuestras dinámicas cognitivas e impulsarnos a asumir un papel activo y responsable como participantes en la construcción de una sociedad civil más fuerte.


Título: Neuropolítica e Internet de las Cosas (IoT): la colonización algorítmica del mundo de la vida
Autor: Patrici Calvo
Afiliación: Universitat Jaume I
Cargo: Profesor Ayudante Doctor
Resumen: En su recreación mitológica, J.R.R Tolkien (1947) utilizó la idea del anillo único o anillo de poder como metáfora del discurso embaucador, seductor y adictivo utilizado por el fascismo durante el periodo de entre guerras. Sobre todo, para hacer visible cómo la aceptación acrítica del discurso producía un campo de distorsión de la realidad con efectos muy perniciosos sobre la sociedad del momento. Como describía Tolkien, “Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas”.
Actualmente, la sociedad asiste impávida y acrítica a la colonización digital de todas las esferas de la vida: económica, social, política, familiar, etc. Se trata de un fenómeno que está trasformando los procesos productivos, educativos, curativos, relacionales, comunicativos y decisorios, y, a pesar de sus enormes potencialidades, no siempre para mejor. En el ámbito de la política y la economía, tras la actual complicidad entre la neuropolítica y el Internet de las Cosas (IoT) subyace un intento por recrear un espacio ciberfísico cuyo horizonte de sucesos sea capaz fagocitar todo aquello que considere materialmente relevante para conseguir sus fines. Por una parte, se trata de la tendencia a la conectividad digital de todo, ya sean cosas, procesos, actividades o personas (IoT). Por otra parte, se trata de la búsqueda del algoritmo único o algoritmo de poder que permita la gobernabilidad tanto de los procesos implicados como de las “cosas” conectadas (AI). Y finalmente, se trata de lograr nutrir los algoritmos de la información objetiva y relevante necesaria para poder tomar decisiones racionales y efectivas capaces de optimizar los procesos y mejorar la predictibilidad comportamental de personas (Big Data).
En todo ello, especialmente en lo concerniente a los datos, está jugando un papel relevante las neurociencias. Entre otras cosas, porque ofrece al algoritmo datos “objetivos” y “mensurables” del comportamiento humano procedentes de su cerebro (Neuronal big data) que permite al neuromarketing político y económico realizar campañas adictivas capaces de modular la voluntad libre de los sujetos del sistema y de menguar y/o inhibir la capacidad crítica de votantes y clientes. También para para realizar acciones de monitorización sobre los comportamientos —incluso privados— de electores, clientes y competencia para predecir y controlar sus actuaciones y decisiones o para crear productos atractivos y/o adictivos. En este sentido, resultan especialmente significativos el estudio, captación y uso de datos sobre las emociones, especialmente aquellos que vinculan los últimos avances en los estudios neuropolíticos y el comportamiento de los sujetos en la práctica. El escándalo producido por los fallos de seguridad de Facebook y el robo y utilización de datos masivos de los usuarios de la red social por parte de la empresa Cambridge analytica para influir en las elecciones norteamericanas, es un buen ejemplo de ello.
Estas y otras cuestiones exigen de una reflexión profunda sobre las implicaciones éticas del gobierno algorítmico, de la colonización algorítmica del espacio público y de los posibles efectos negativos de la conectividad digital para el ámbito político. Precisamente, el objetivo de esta comunicación será ahondar en los retos límites y consecuencias de todas estas cuestiones para esbozar posibles vías de resolución de los conflictos morales subyacentes.


Referencias bibliográficas

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