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General:
LOS CONTRATOS DE LECTURA CON LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO: LA TENSIÓN ENTRE EXÉGESIS Y APROPIACIÓN(4/ 1/2 JORNADA)
Coordinadores:
Franzé Mundanó, Javier (Universidad Complutense de Madrid)
Martínez Rivas, Rafael (Universidad Autónoma de Madrid)
Zamora García, Javier (Universidad Autónoma de Madrid)
Dirección de correo electrónico: javier.zamora@uam.es
Descripción:
El estatuto de la llamada historia del pensamiento ha variado considerablemente en las últimas décadas. Tradicionalmente (Strauss, Meinecke) fue considerada fuente privilegiada donde encontrar las “verdades del hombre y de la vida social”, y por ello lo occidental se consideró sin más universal. Más tarde ese carácter sufrió un primer cuestionamiento con el reconocimiento del carácter contextual del pensamiento (Pocock, Skinner), lo cual hizo emerger junto a los llamados “clásicos” otros interlocutores que no entraban en el canon. Más recientemente, la propia unidad del texto y la inefabilidad del autor fueron puestas en duda, y por ello se invitó a mirar la tradición como una construcción no desvinculada de las luchas por la hegemonía (Foucault).
Cada una de estas miradas implicaba un contrato de lectura. Si la primera proponía la exégesis (comprender a los autores tal como ellos se habían autocomprendido), la segunda convocaba a acotar el alcance de los textos, que ya no vendrían a responder los problemas permanentes de la humanidad, mientras la tercera animaba a usar los discursos (en los que se inscribirían los textos y los autores) para pensar problemas situados.
Cada enfoque supone entonces una interpretación que va más allá de los textos, autores y problemas, e implica una perspectiva sobre la historia misma de la llamada tradición occidental, que incluso pone en cuestión su existencia como tal. Este grupo de trabajo se propone reflexionar sobre el sentido y la pertinencia actuales de estas distintas aproximaciones a la historia del pensamiento, a través de propuestas que:
a) Discutan la pertinencia y relevancia de estos distintos contratos de lectura
b) Analicen la importancia y actualidad de estos distintos enfoques metodológicos para los diversos fines que pueda tener el estudio de la llamada historia del pensamiento
c) Definan si la relación de los lectores con el corpus de la historia del pensamiento debe tener un cometido moral, analítico o arqueológico/genealógico
d) Examinen el interés que para la investigación puede tener hoy el diálogo con esas distintas propuestas de contrato de lectura
e) Planteen, en términos más generales, las dificultades para aprovechar en el presente las contribuciones de autores pasados.
Comunicaciones aceptadas:
Autor: Felipe Ledesma
Título: ¿Leer a Platón o hacer historia de la filosofía? A propósito de El Político
Resumen:
Uno de los motivos que pueden llevarnos a leer y releer obsesivamente los textos de un clásico como Platón, al margen del afán de acumular méritos académicos u otros aun menos confesables, y a darles muchas vueltas, como si fuesen libros sagrados de cuya interpretación dependiese nuestra vida, es toparnos con la fuerza destructiva que sin duda tienen, como el empuje del viento atrae una y otra vez a quienes creen que navegar es más necesario que vivir. Y es que al seguir el hilo de los diálogos, los lectores nos vemos removidos en lo más hondo. Primero, porque nos llevan de perplejidad en perplejidad. Segundo, porque nos fuerzan a caer en la cuenta de lo que de puro evidente solemos pasar por alto.
Si, en vez de guiarnos por nuestro sentido común y encontrar obvio y archisabido lo que se dice en los diálogos, nos dejamos sorprender a cada poco, tendremos a su autor por un verdadero extraño. Si, en vez de intentar encajarlos a toda costa en la idea que previamente nos hemos hecho del autor y de la época en que fueron escritos, los leemos como parte de la tarea filosófica del presente, inevitablemente nos pareceremos unos extraños a nosotros mismos. Si simplemente, en vez de esforzarnos por olvidar o incluso menospreciar las dificultades a que se enfrenta el trabajo de traducirlos, comenzamos por reconocer honestamente que su traducción exige someterlos a una continua violencia, a una verdadera tortura, quizá nos percatemos de la distancia a que nos encontramos de esos textos, es decir de la distancia a que nos encontramos de nuestra propia lectura de esos textos cuando los leemos desde nuestro sentido común y creyendo estar al cabo de la calle con respecto a lo que quería decir su autor. De ese modo, puede ocurrir que, al releerlos, descubramos quizá lo que, al leerlos, estábamos dando por supuesto acerca de un montón de asuntos problemáticos, pues los habíamos leído, como no podía ser de otro modo, inmersos en una tradición fuertemente impregnada de aristotelismo y teología.
Al releer El Político, por ejemplo, no solo nos salen al paso ciertos problemas, sino que además no tenemos más remedio que poner sobre la mesa nuestras evidencias acerca de estos asuntos y reconocer que son cualquier cosa menos evidentes. Acerca de qué sea eso de hablar y entenderse hablando, que solemos entender como “ser razonables”. O acerca de qué sea eso del poder político, que tiene que ver con lo que llamamos “mando” o “imperio”, pero también con lo que entendemos como “capacidad” y aun con lo que denominamos “legitimidad”. O acerca de nuestras acciones, que solemos dividir oponiendo “producción técnica” a “praxis moral” y “teoría” a “práctica”. O acerca de qué sea eso que llamamos saber, que está inextricablemente complicado con todo lo anterior y que desde hace poco parece haberse clarificado definitivamente al identificarlo con eso que llaman competencias.
De ahí que releer El Político y, en general, releer a Platón como un extraño pueda permitirnos reparar en los presupuestos que de un modo implícito, oscuro e incomprensible hemos asumido en una primera lectura, comenzando por la premisa de que la distancia que nos separa de él queda fijada y, a la vez, paradójicamente anulada por eso que solemos llamar “historia de la filosofía”. Releer a Platón como un extraño quizá nos lleve a replantear algunos problemas con tal radicalidad, que nos veamos forzados a poner en cuestión nuestros propios prejuicios, esos que ni siquiera hemos sospechado todavía, de puro evidentes como vienen siendo para nosotros.
Autor: Miguel Fernández de la Peña
Título: De Strauss a Skinner. La contradicción y el republicanismo de Maquiavelo.
Resumen:
Desde el siglo XVI, el estudio del pensamiento maquiaveliano ha suscitado innumerables interpretaciones, muchas de las cuales tienen como punto de partida el rechazo del cristianismo a los postulados supuestamente demoniacos del florentino. A pesar de que en el último siglo y medio las interpretaciones del mismo han salido de la mera censura inicial y las críticas maniqueas provenientes de la ortodoxia religiosa, son muchos los puntos discordantes en torno a los cuales se sigue discutiendo. Una de las principales divergencias se desarrolla en torno a la polémica de si se puede acceder al pensamiento de Maquiavelo como una guía para pensar los problemas de nuestras sociedades o si por el contrario debemos cesar todo intento de inferir similitudes entre su tiempo y el nuestro, dejando así el estudio de su obra a una mera curiosidad erudita o ejemplo conceptual de un periodo histórico.
Este debate está marcado en el siglo XX, una vez que las interpretaciones de Maquiavelo comienzan a dotarse de una mayor consistencia teórica, por la pugna entre el entendimiento de la filosofía política como una corriente dedicada a desenmascarar los problemas perennes de la humanidad y aquella que entiende la historia del pensamiento político en términos contextuales. Dicha pugna puede ser ejemplificada en lo que ha Maquiavelo se refiere por medio de las diferentes interpretaciones enunciadas por Leo Strauss y Quentin Skinner. Mientras que Strauss es conocido por su entendimiento de la filosofía política como una corriente de pensamiento político que lidia con los grandes dilemas de la humanidad, enunciando una crítica al historicismo que le llevó a considerar la existencia de problemas permanentes del ser humano, Skinner trata de elaborar una historia de los conceptos que le permita acceder a la intención de cada uno de los autores estudiados, a la vez que se pregunta por el contexto que les rodeó. Por un lado, Strauss trata de mostrar en su Thoughts on Machiavelli (1958) como el florentino, incluso por medio de errores premeditados y flagrantes contradicciones, abordó algunos de los interrogantes permanentes del ser humano; por el otro, Skinner prefiere fijar más su atención en el contexto republicano en el que se desarrolló la obra de nuestro autor, atendiendo así al modo en que usó las distintas categorías de su pensamiento, de las cuales ha ido dejando constancia en obras tales como The Foundations of Modern Political Thought: Volume I: The Renaissance (1978).
Presentados ambos planteamientos, no podemos ignorar que la dificultad del objeto de estudio de la filosofía política exige que seamos capaces de integrar elementos de ambos enfoques, lo cual no impide que en este caso en particular el enfoque de Strauss sea rechazado en tanto que a día de hoy su peculiar interpretación de Maquiavelo no es merecedora de grandes atenciones. En cualquier caso, no cabe duda de que el pensamiento del autor renacentista nos puede seguir interpelando, aunque lo haga desde un conocimiento exhaustivo de las categorías y conceptos que usó. Afirmamos de este modo que ciertos autores no merecen ser limitados a su propio contexto ya que en la historia de la humanidad se dan continuidades, y ciertos problemas, aunque sufran una evolución propia, pueden seguir presentes en formas similares.
Las dos metodologías señaladas hasta este punto, a pesar de que podamos mostrar preferencia por una de las dos, nos previenen en ambos casos en contra de otro tipo de estudios carentes del rigor necesario dentro del ámbito investigador. Por ello quisiera, por último, traer a colación dos obras que ejemplifican esta carencia metodológica, las cuáles han sido recientemente publicadas y cuya difusión comercial ha sido amplia, lo cual nos debe motivar a mostrar sus posibles deficiencias. El primer ejemplo sugerido representa aquellos estudios que parten desde una lectura únicamente histórica o filológica, descuidando de este modo el contenido filosófico-político presente en las páginas del autor, lo cual imposibilita una comprensión global de su pensamiento. Ejemplo paradigmático de dicho erróneo enfoque es el presentado por Francesco Bausi en su obra
Maquiavelo. El segundo caso, Ferran Caballero nos propone, utilizando de un modo poco sofisticado una variante de la metodología straussiana, una obra de corte divulgativo titulada Maquiavelo para el siglo XXI. El príncipe en la era del populismo, en la cual el secretario es presentado como el poseedor de un saber perenne capaz de iluminar la política de nuestro tiempo. De ese modo se deja sin considerar todo acercamiento histórico o conceptual a su contexto, lo que acaba limitando la obra a un mero ejercicio imaginativo de legitimación o deslegitimación de actores y procesos de la política de una era separada por 500 años respecto del autor de El príncipe.
Autor: Daniel Pérez Fernández
Título: Fenomenología de la Percepción, Crítica Feminista y Sujeto Digital
Resumen:
Resultará poco menos que una obviedad comenzar señalando que, a efectos conceptuales, las relaciones entre el pensamiento feminista y la fenomenología de la percepción encauzada por Maurice Merlau-Ponty han sido múltiples. Desde la intensa vinculación que se estableciera entre el mencionado autor y Simone de Beauvoir, hasta las críticas vertidas sobre sus planteamientos por exponentes como Luce Irigaray o Judith Butler, podemos atender a una profusa conversación, a través de la cual repensar la corporalidad y sus implicaciones para la experiencia del sujeto. Precisamente, parece relevante traer a colación dicho diálogo, a fin de evidenciar un incesante intercambio por el que el pensamiento feminista habría ejercitado la introducción, apropiación, y revisión conceptual del pensamiento del francés. A todos los efectos: una actualización. Una que aspiramos a observar, a fin de determinar si, en primer lugar, aquella respeta tanto la intención como los significados que se extraen de una exégesis situada de la obra de Merleau-Ponty. Porque lo cierto es que, desde la elucubración acerca de la naturaleza de lo vivido, hasta la comprensión del cuerpo como un espacio de aperturas por el que se engendra la subjetividad, del diálogo del feminismo con la fenomenología de la percepción se pueden extraer nociones de suma actualidad. Nociones que, a los efectos que aquí nos interesan, parecen generar un marco analítico fuerte mediante el que diseccionar las ausencias a las que se presta un intercambio social crecientemente mediado por la interacción en plataformas virtuales. Resumámoslo de forma sencilla: en el espacio de la red, el cuerpo queda relegado a una posición pasiva; la experiencia del otro, a una mera entelequia arbitrada por la contemplación de yoes positivados que rehúyen una observación pausada y basada en la vulnerabilidad. Un espacio de relación, éste, que por sus propias características apunta hacia una creciente relación de colonización del lebenswelt común, por parte de un umwelt particularista y encerrado sobre sí mismo. Esencia de ruptura con el proyecto de ‘aperturas’ que propusiera la fenomenología de Merleau-Ponty, y que sirviera como cimiento a un pensar feminista que, aun en su vertiente de la diferencia, aspirara a sustanciar la importancia de un ‘hacer el mundo juntos’ con capacidad emancipadora. Un diálogo, éste; el que podemos observar entre fenomenología de la percepción y el pensar feminista, incapaz de escapar a ciertas contradicciones. En primer lugar, porque la génesis de una modulación universal de construcción de la subjetividad, encauzada por Merlau-Ponty, se da de bruces con la apropiación que algunas corrientes del feminismo operaran sobre la misma – apropiación que puede resumirse en el empleo de sus herramientas conceptuales para describir la especificidad de la subjetividad femenina. Y apropiación que, creemos poder señalar, si bien no respeta una lectura canónica de la obra del francés, no tendría que contar, necesariamente, con su sanción.
Lo que nos proponemos, a este respecto, es transitar, primero, por las definiciones nucleares contenidas en la obra de Merleau-Ponty, a efectos de realizar una contextualización solvente y situada de su pensamiento. Completado este punto, pasaremos a formular un esquema conversacional, mediante el que descubrir las deudas que, desde Simone de Beauvoir – y con permiso de las interacciones que se dieran entre Husserl y Edith Stein –, recibe el pensamiento feminista de los desarrollos fenomenológicos merleaupontianos. A estos efectos, nos enfocaremos en realizar un rastreo capaz de dar cuenta tanto de las actualizaciones conceptuales ofrecidas por distintas exponentes del feminismo, como de los conflictos que abrieran con la misma terminología del teórico francés. Sustento mediante el que generar un marco de legados y transformaciones, disponibles en la relación fenomenología-feminismo. Conjunto de operaciones por el que, en síntesis, el feminismo toma, en clave selectiva, conceptos y herramientas analíticas de Merleau-Ponty – sin concordar con el total de su obra. Una apropiación que incurre en transformaciones como las ya advertidas, pero que no parece desnaturalizar el núcleo duro de su teorización: el ‘compromiso intersubjetivo’ que rechaza convertir al otro en un objeto pasivo. Trabajo ecléctico, el del feminismo; pero trabajo que dialoga, como pocos han hecho, con la obra de Merleau-Ponty.
Anclaje, el que discurre por fuerza de ésta conversación, que propongo emplear para dar cuenta de las transformaciones que operan sobre la figura del cuerpo en un entorno de relación digital. Punto, éste último, desde el que medir si el vocabulario de la fenomenología de la percepción, con las actualizaciones que obrara el feminismo sobre su núcleo, puede contemplarse como herramienta solvente desde la que escudriñar éstos nuevos marcos de relación: marcos eminentemente descorporalizados. Material éste, el de la descorporalización, que parece entrar en conflicto con los requisitos de la percepción merleaupontiana: aquella que reclama, explícitamente, la contemplación de la ‘carne’ – condición necesaria para poder ver; pero también para ser visto. Cuestión que, va de suyo, no se libra de apuntes conflictivos. Porque, para empezar, el propio objeto de la virtualidad se escapa del contexto de aplicación que Merleau-Ponty contemplase para su fenomenología. Y porque, en todo caso, lo que aquí proponemos operar es una apropiación selectiva. Una que, quizás, entre más en conflicto con las actualizaciones que el feminismo operara sobre la obra de Merleau-Ponty que con la propia obra del francés. Y esto, en tanto que lo que aquí proponemos es el retorno a la generación de un marco de lectura con tintes extensivos. Uno capaz de dar cuenta, precisamente, de la posición del sujeto – genérico – en el marco de relación digital. Cuestión ésta que, no parece difícil comprender, entra en conflicto con esa ‘especificidad en la experiencia de ser mujer’ que arrojara el feminismo. Aspecto capaz de sustanciar la imposibilidad de operar un encaje perfecto entre nuestra propuesta y las corrientes que le sirven de cimiento. Pero aspecto que, entendemos, no mina de forma tajante la pretensión. Fundamentalmente, por cuanto la fenomenología merleaupontiana se caracteriza por la generación de un marco teórico flexible, capaz de adaptarse a contextos cambiantes; y por cuanto el feminismo, en tanto que sustrato que abraza la importancia de reconocer al otro, puede tolerar un ejercicio de apropiación conceptual que, en esencia, solo aspira a reforzar dicha idea.
Autor: Jediael Álvarez De Dompablo.
Título: Síntesis dialéctica de dos lecturas antagónicas de la filosofía de la historia: El oprimido como nuevo sujeto transcendental del ahora
Resumen:
En las últimas décadas del siglo XX se produjo una profunda transformación del pensamiento mediado por un cambio cultural sin precedentes en la historia moderna. Los conceptos fundamentales que la integraban como la concepción de la historia de manera teleológica, el sujeto universal, el bienestar material, la vida narrada o las visiones utópicas tornaron a su fin. El posmodernismo irrumpía encarnado en el mayo del 68, en los deseos de libertad y emancipación de los movimientos contraculturales. El sujeto universal pereció en los límites del yo, la historia se desvaneció en las cenizas de la narración y la novela dando lugar a la fragmentación y lo particular como objeto de conocimiento, mientras que la utopía se convirtió en una de las mayores pesadillas del idealismo.
En esta comunicación realizaré una contraposición dialéctica entre la modernidad y posmodernidad haciendo un estudio de los conceptos de “sujeto político” y “el otro” en cada uno de las grandes corrientes tomando de referencia en una disputa representada por autores como Hegel y Derrida. Sin embargo, las contraposiciones entre ambos abren una oportunidad para la síntesis; una especie de reconciliación en un nuevo tiempo: la actualidad. La tecnología está generando una revolución en la condición humana y en las lógicas de la comprensión del mundo global. Nos posicionamos una especie de ser y estar aquí, una apuesta fenomenológica para leer el presente. Un presente donde la precariedad entendida como falta de bienestar material para la autonomía y el desarrollo del individuo está provocando una crisis de la existencia identitaria del sujeto, mediado por un sistema que potencia la individualización desprotegiendo y restructurando la sociedad configurando nuevos sujetos universales: los oprimidos. ¿Se puede conciliar la posmodernidad y la modernidad con la lectura de Hegel y Derrida a través de los conceptos de sujeto político y la alteridad en el momento actual? ¿Es posible una síntesis de dos tiempos y lecturas, que hasta ahora, se nos han manifestado como antagónicas? Para ello, utilizaremos la estructura de pensamiento hegeliana, realizando un ejercicio teórico de síntesis de dos lecturas a priori antagónicas, pero que tiene como consecuencia lógica, la creación de un sujeto político nuevo. Por lo tanto, esta comunicación intenta generar una contraposición dialéctica entre la modernidad y posmodernidad a través de las diferentes lecturas de sujeto como ser político y la alteridad respecto al otro. Esta disputa entre opuestos culturales, atendiendo a la lógica dialéctica hegeliana, nos permite alcanzar una síntesis actual donde la figura del precariado se vislumbra como el concepto que alberga al espíritu en la comunidad: un ser material y existencial que permite la vuelta de sujeto universal en una síntesis conceptual del ser y del otro en uno mismo, el oprimido como nuevo sujeto de la historia.