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Mesa Temática No. 24


MIÉRCOLES 3 DE OCTUBRE DE 2018
Mesa temática 24
Desafíos éticos y políticos
de la sociedad digital a la neuroeducación moral

(XIX Semana de Ética y Filosofía Política – Ferrol)

SESIÓN: 16:00-17:30

16:00-16:20
Francisco Arenas-Dolz
Entre inteligencia artificial y cultura digital. Controversias éticas y políticas en la sociedad del conocimiento

16:20-16:40
Carlos Sanmartín Catalán
La impersonalización de lo digital: un análisis axiológico

16:40-17:00
Tomás Domingo Moratalla
Educar en ética en un mundo en red

17:00-17:20
Agustín Domingo Moratalla
De la biopolítica a la bioseguridad. Desafíos de la inteligencia artificial a una ética global

Desafíos éticos y políticos de la sociedad digital


Mesa temática

Desafíos éticos y políticos de la sociedad digital a la neuroeducación moral (4)

Coordinadores: Francisco Arenas-Dolz y Agustín Domingo Moratalla (Universitat de València)


Lugar: Universidade da Coruña, Campus Industrial de Ferrol (Ferrol).

Fecha: 3, 4 y 5 de octubre de 2018.

Objetivo: La finalidad de esta mesa temática es generar un espacio de reflexión y análisis donde se presenten investigaciones sobre neuroeducación moral relacionadas con la sociedad digital.

Resumen: Con la llegada de la sociedad de la información se ha producido una revolución tecnológica sin precedentes que está transformando la sensibilidad, la capacidad de juicio y el conjunto de las actividades humanas. Esta sociedad de la información también ha recibido el nombre de “sociedad digital” porque los flujos de información se realizan con soportes y tecnologías “digitales”, es decir, aprovechando las posibilidades que Internet, dispositivos y herramientas TIC ponen a nuestra disposición. La dinámica del cambio que se está produciendo perfila desafíos éticos y políticos de gran calado y que transformarán los conceptos que hasta ahora utilizábamos de intimidad, privacidad, publicidad, conciencia, vulnerabilidad y, sobre todo, responsabilidad moral. Un dinamismo que afecta al conjunto de relaciones sociales y, por tanto, las diferentes instituciones en las que cobra sentido la interacción humana.

Estos cambios se perciben de manera más evidente en actividades e instituciones educativas donde aparece con más claridad la brecha digital, es decir, la diferencia entre ciudadanos alfabetizados digitalmente y ciudadanos sin alfabetizar o simplemente “analógicos”. Si esto se percibe con claridad en los países desarrollados, mas aún cuando comparamos estos con otras zonas del planeta olvidadas o marginadas en los programas del desarrollo. Con ello aparecen problemas de ciudadanía y justicia global que están desafiando la utilidad y sentido de las instituciones internacionales. Y estos problemas son más visibles y evidentes en contextos cívicos y educativos donde aún ni siquiera se habla de “competencia digital”. En este contexto, la neuroeducación moral puede desempeñar un papel importante porque supone una transformación y reconstrucción de categorías filosóficas básicas como emoción, atención, cognición, plasticidad neuronal, empatía, resiliencia, etc.


Participantes: 4

Francisco Arenas-Dolz (Universitat de València)

Carlos Sanmartín Catalán (Universitat de València)

Tomás Domingo Moratalla (Universidad Complutense de Madrid)

Agustín Domingo Moratalla (Universitat de València)


Contribuciones:

Título: Entre inteligencia artificial y cultura digital. Controversias éticas y políticas en la sociedad del conocimiento

Autor: Francisco Arenas-Dolz

Afiliación: Universitat de València

Cargo: Profesor Titular de Universidad

Resumen: En las últimas décadas el desarrollo tecnológico ha llevado a grandes avances en los ámbitos de la inteligencia artificial y la robótica. Algunos autores han señalado que el cambio tecnológico en la sociedad del conocimiento será exponencial, no lineal. El aumento de la capacidad de los microchips provocará un crecimiento exponencial de la potencia de las computadoras que, de mantenerse, provocará que las máquinas superen la capacidad del cerebro para procesar la información. Estos cambios exponenciales podrían contribuir a mejorar la vida de las personas de todo el mundo. Asimismo los dispositivos tecnológicos trascienden su funcionalidad básica como herramientas que simplemente aumentan las capacidades humanas para convertirse en una extensión literal de la mente humana.

En esta comunicación se examinarán algunas controversias éticas y políticas relacionadas con la interacción entre humanos y objetos inteligentes. Ante el aumento exponencial de las aplicaciones de la inteligencia artificial y la creciente dificultad de comprender las decisiones de los algoritmos de inteligencia artificial, se discutirá el impacto de la inteligencia artificial y la necesidad de que los avances de la inteligencia artificial se orienten hacia objetivos sociales respetuosos con la privacidad y la equidad.

Referencialidad, comunalidad y algoritmicidad son tres de los rasgos que caracterizan la cultura digital. En la era de la conexión son cada vez más los ciudadanos que se involucran en la negociación de los significados sociales, desde diferentes ámbitos, apoyándose en tecnologías cada vez más complejas. Ante el creciente caos y sobreabundancia informativo, destructor de viejos órdenes culturales, asistimos a la creación nuevas posibilidades tecnológicas y culturales, que nos sitúan frente a un futuro abierto, aunque incierto. Son nuestras acciones las que determinarán si viviremos en un mundo posdemocrático de vigilancia y monopolios del conocimiento o en una cultura de los comunes y la participación.


Título: La impersonalización de lo digital: un análisis axiológico

Autor: Carlos Sanmartín Catalán

Afiliación: Universitat de València

Cargo: Personal Investigador en Formación

Resumen: La era digital, sin duda, trae consigo un aluvión de beneficios, de modos nuevos de comprender y tratar con la realidad que hubiesen sido inimaginables en otra época, con menos medios o inventiva. Testigo de ello es el universal acceso a la información de que se dispone hoy día: mediante un simple dispositivo, tal como un móvil, somos virtualmente capaces de acceder a gran parte del conocimiento alcanzado por la humanidad: todo tipo de material audiovisual y de formatos de lectura.

También para la educación ha traído transformaciones la era digital, tal como testiguan Ferrete o Sadler (por no hablar del fenómeno de la gamificación), que cambian el modo de aplicarse al aprendizaje tanto como a la enseñanza, y traen consigo todo un nuevo conjunto de cuestiones éticas de gran importancia, como la cuestión que se plantea en la existencia de las licencias creative comons, o la cuestión ética que genera la misma existencia de páginas web como sci-hub o library génesis, dos buenos ejemplos de la cuestión ética que plantea la era digital incluso para el ámbito científico y académico.

No obstante, no solo plantea avances y soluciones nuevas a antiguas cuestiones, sino que, junto a esto, plantea una serie nueva de problemas y preguntas de la mayor importancia, especialmente para el campo que nos es más interesante aquí, que es la educación. Concretamente me gustaría plantear una cuestión ya clásica, un problema inherente a la constitución misma de la world wide web, que es, cuando menos, digno de ser planteado y tratado, al tener consecuencias de gran importancia para el comportamiento humano y la ética que le va aparejado: la cuestión que he escogido llamar aquí la “impersonalización” del sujeto, tomando prestados conceptos de Jonathan Haidt al respecto de los dilemas éticos y el modo de resolverlos.

La rápida expansión de la información en nuestra época, y la libertad de acceso a ella, virtualmente ilimitada, fácticamente muy amplia (contemos con la Deep Web para pensarlo) no solamente contribuye a la universalización de la información, sino también a la universalización de la violencia y los conflictos, y esto significa, fundamentalmente, que los incorpora a la cotidianidad del hombre. Con toda la vertiente positiva que pueda tener esto, implica también que, ante un problema que el hombre se ve incapaz de resolver, es decir, enfrentado vivencialmente con su impotencia para resolver todos los conflictos que se incorporan a su cotidianidad mediante esta expansión sistemática de la información, es frecuente observar que la herramienta escogida para enfrentarlo (que merecer ser considerada como adaptación psicológica) es la indiferencia, una indiferencia que, no reconocida explícitamente, conduce a la pasividad, incluso a una transformación en la estimación que de estos conflictos se producen. A mi juicio, para comprender este fenómeno y estimarlo en su justa medida, puede ayudarnos Jonathan Haidt, desde la perspectiva de la psicología, junto con Damasio y Newberg, desde la neurociencia. De otro lado, y para hacernos cargo de la cuestión desde la filosofía, pueden asistirnos tanto Scheler como Ortega y Zubiri, desde una perspectiva axiológica.

De mano de Jonathan Haidt, y mediante el fenómeno del desconcierto moral, accederemos a la consideración impersonal de los dilemas éticos. Esto nos ofrecerá una clave de gran valor para poder comprender la diferente consideración que nos merece un sujeto dependiendo de nuestra cercanía con él. Desde un ángulo complementario, Damasio nos ofrecerá una visión de las emociones, y de los procesos evaluativos consustanciales a la emoción, que intervienen en los procesos cognitivos superiores del cerebro. Esto nos proveerá una visión más ajustada de los procesos evaluativos emocionales, que establecen diferencias en el valor biológico de todo aquello que interesa al sujeto. Por último, en la cuestión neurocientífica, acudiremos a Newberg, quien puede ofrecernos una perspectiva adecuada de la noción de “creencia” aplicada al funcionamiento del cerebro. Esto nos facilitará una comprensión más adecuada y afinada, desde la neurociencia, del papel operativo de las creencias básicas del sujeto, las que lo conducen a la acción.

Desde la perspectiva de la filosofía, Ortega, Scheler y Zubiri se pronunciaron sobre la siempre problemática teoría de los valores, especialmente dedicaron un espacio considerable a los valores morales, siendo Scheler el primero en tratarlo del modo más sistemático y minucioso. A mi juicio, desde el ángulo de esta teoría de la estimación, puede ofrecerse una óptica crítica que nos asista en la tarea de evaluar este proceso de impersonalización a que nos referimos, y proponer, humildemente, una respuesta a la cuestión.


Título: La química del amor en la era digital

Autor: Lidia de Tienda Palop

Afiliación:
Universitat de València

Cargo:
Investigadora Juan de la Cierva

Resumen:
Hablar de la química en las relaciones afectivas de carácter romántico no es una mera metáfora. Es más bien una descripción del proceso neurofisiológico que se desencadena en las interacciones de carácter romántico. Cuando nos enamoramos se desencadenan una serie de procesos químicos y se segregan gran cantidad de neurotransmisores como la serotonina, dopamina, oxitocina, las llamadas hormonas de la felicidad, que producen efectos adictivos similares a los de las drogas. Bien es cierto que cuando se habla de “esa química” que surge, a menudo de forma inexplicable, entre dos personas se refiere de forma generalizada a aquella situación en la que ha mediado un contacto físico: una mirada, una interacción presencial en definitiva. Sin embargo, en estos albores del Siglo XXI ha irrumpido con fuerza un producto tecnológico de alto nivel que ha supuesto toda una revolución planetaria que ha afectado a prácticamente todo, incluido el amor y la forma de relacionarse afectivamente: internet.

En la presente comunicación analizaré el tipo de amor virtual que se da en las relaciones afectivas marcadas por internet: bien sea por las relaciones a distancia, bien por que el contacto se iniciara por las diferentes páginas de citas online y examinaré las características de este tipo de química del amor que se desencadena de manera virtual.


Título: Educar en ética en un mundo en red

Autor: Tomás Domingo Moratalla

Afiliación: Universidad Complutense de Madrid

Cargo: Profesor Contratado Doctor

Resumen: Educar en ética se ha convertido en un reto a la altura de nuestro tiempo. Las nuevas generaciones, acostumbradas a un mundo digital, virtual e interconectado, entienden el conocimiento y las relaciones en formato de red. Esto abre novedosas y provechosas posibilidades que es preciso explorar.

La red supone enlace, conexión, retroalimentación, lo cual es una clave esencial para entender las relaciones humanas y los contextos entremezclados en los que se dan las acciones e interacciones. Por eso es un modelo extremadamente útil para pensar en la ética, y en la educación en ética.

Dentro de los diversos enfoques posibles, se ha propuesto el modelo deliberativo como uno de los más adecuados para tomar decisiones con una implicación de los afectados que no necesariamente comparten marcos de valores. En este espacio heterogéneo, múltiple y rico, la deliberación ¿puede ser el mejor modo de resolver los conflictos? ¿es la herramienta más adecuada para generar actitudes éticas? ¿se puede deliberar en red? ¿qué aporta la deliberación a la red o de qué se beneficia este enfoque “enredado”?


Título: De la biopolítica a la bioseguridad. Desafíos de la inteligencia artificial a una ética global

Autor: Agustín Domingo Moratalla

Afiliación: Universidad Internacional Menéndez Pelayo / Universitat de València

Cargo: Profesor Titular de Universidad

Resumen: La Inteligencia Artificial se ha convertido en un apasionante horizonte de innovación no sólo para los que trabajan en problemas de “Ciencia, Tecnología y Sociedad” sino para todos los ciudadanos preocupados en la gestión y administración social del conocimiento. Junto a lo que técnicamente se ha llamado “Internet de las cosas” (Internet of things, IoT), se convertirá en uno de los polos tecnológicos con capacidad para atraer talento, imaginación y creatividad social. Quienes piensen que se trata de un desafío solo para ingenieros o tecnólogos está totalmente equivocado porque se trata de un desafío para toda la ciudadanía, sean los ciudadanos hemipléjicos del “ciencias” o los hemipléjicos de “letras”.

No se trata únicamente de la inteligencia o computación aplicada a la movilidad y, por tanto, la creación de coches inteligentes que conducen solos. Tampoco se trata de un problema de robots o consejos prácticos para convivir con androides. En parte se trata de un problema de responsabilidad entre generadores, comercializadores, distribuidores y usuarios de algoritmos. Y reguladores de algoritmos porque en los algoritmos viajan nuestros datos como usuarios, consumidores, ciudadanos, clientes, personas o simples seres humanos. Para algunos generadores de algoritmos sólo existimos a través de nuestros datos y estos no sólo los gestionamos individual o privadamente, sino social y públicamente. El reciente contencioso entre Facebook y Cambrigde Analytica es el primer capítulo de un nuevo debate sobre la responsabilidad en la comercialización de los datos sin consentimiento de usuarios.

Llegados a este punto siempre hay precavidos sistémicos que presumen de no usar las redes, como si estuvieran fuera de la nueva cosmología cibernética e internaútica, como si sus datos de Hacienda o del ambulatorio de salud no tuvieran vida algorítmica. Y entonces se enrocan en planteamientos apocalípticos recordándonos que ya estábamos avisados cuando decidimos abrirnos cuentas en las redes e iniciar la navegación en las procelosas aguas de los piratas algorítmicos. En tema no es tan sencillo y aun teniendo una dimensión que afecta a la voluntariedad personal, el problema trasciende y desborda el mundo de los sujetos como simples navegantes que consienten emprender la navegación. ¿Quién nos garantiza un buen uso de los datos? ¿Podemos confiar en la autorregulación de los propietarios de algoritmos? ¿Tenemos que esperar a que los gobiernos locales regulen estas navegaciones globales?

Sería pretencioso querer responder a estas preguntas de forma rápida y afirmar que la Inteligencia “artificial” sustituirá a la Inteligencia “humana” y “personalizada”, como si aquella no fuera un producto de esta última. Y aquí está uno de los nudos gordianos del problema porque en estos ámbitos se confunde con mucha facilidad la inteligencia con el conocimiento, como si la propia experiencia cotidiana y la Historia de la Filosofía no nos hubiesen enseñado que necesitamos distinguir “tener inteligencia” y “tener conocimiento”. Más aún si no nos limitamos al conocimiento instrumental o práctico sino que valoramos el “conocimiento moral”.

Aunque volveremos sobre ello en otro momento porque el tema es recurrente, por ahora conviene señalar que la revolución tecnológica de la IA también traerá como consecuencia una revolución política y, por consiguiente, una nueva transformación de la ética pública que necesitarán las nuevas democracias. En el horizonte se perfila una caja de pandora llena de nuevos problemas y desafíos relacionados con la gestión de la privacidad, la biopolítica, la bioseguridad y la forma de proceder a regulaciones supranacionales. Si la Unión Europea se aclarase respecto al modelo de sociedad que quiere, tendría mucho que decir porque tiene una situación privilegiada entre dos modelos radicalmente diferentes: el de EE.UU y el de China.

Mientras que en EEUU el desarrollo de la IA está impulsado por el sector privado y las grandes corporaciones, en China está impulsado por un gobierno con principios y valores que no son los de las ilustraciones occidentales. Si hay un modo europeo de tratar la relación entre privacidad, publicidad y seguridad tiene que ser repensado históricamente. Es probable que haya un modelo europeo propio y con vocación de universalidad para gestionar la IA en clave de libertad, prudencia y responsabilidad. No nos jugamos únicamente un problema instrumental o tecnológico sino un problema moral que afectará a futuras generaciones. El objetivo de la comunicación es analizar los retos de la inteligencia artificial ante el horizonte de tres modelos diferentes de ciudadanía global.