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Simposio No. 7

EXILIO ESPAÑOL, MEMORIA REPUBLICANA Y RELATOS DE NACIÓN

Antolín Sánchez Cuervo (Instituto de Filosofía-CSIC) y Manuel Artime Omil (UNED)
E-mail: antolin.scuervo@cchs.csic.es

SIMPOSIO EXILIO ESPAÑOL, MEMORIA REPUBLICANA Y RELATOS DE NACIÓN (7-1/2 JORNADA)

Antolín Sánchez Cuervo y Manuel Artime Omil (coords.)

Se plantea una reflexión sobre las posibilidades de una recuperación del legado republicano del 39 en términos no sólo culturales sino también políticos. Es decir, desde una memoria crítica y moral, de inspiración benjaminiana y vocación democrática, sensible a problemáticas actuales y capaz de cuestionar el amplio presente desplegado en la estela de la transición, sin caer por ello en anacronismos o políticas del resentimiento tal y como a menudo suele apuntarse en un sentido descalificativo. Nos preguntamos así por la polémica inserción –o ausencia- de este legado en los relatos de nación dominantes que se han ido construyendo en las últimas décadas, o sobre las condiciones supuestamente precarias de su incorporación en los debates actuales sobre la memoria histórica y sobre la justicia transicional. Al hilo de cierta reflexión autobiográfica de autores del exilio que fueron testigos del proceso transicional y sus consecuencias, arrojando valoraciones a veces tan dispares como las de Francisco Ayala y María Zambrano, se plantea una reflexión sobre las condiciones de recepción del legado filosófico del exilio, tales como las llamadas políticas de la memoria, las estrategias academicistas o las formas de des-politización propias de la industria cultural. También nos preguntamos por las tensiones entre este legado y otros legados más exitosos como el de la disidencia reformistas y antifranquista del interior, por las posibilidades del legado exiliado para inspirar o fundamentar relatos plurinacionales en el marco del estado español. 0 por su dimensión transnacional o su encaje en una Europa en crisis.


Relación de ponentes

Reyes Mate (Instituto de Filosofía-CSIC)
Diáspora y nacionalismo
El exilio connota marginación, pero lejos de ser una figura marginal puede y debe convertirse en el centro de una nueva concepción de lo político. En mi intervención quisiera concretar esta idea general analizando figuras políticas mayores como el Estado, la Nación o la Patria, teniendo en cuenta tanto el alcance de la diáspora como del sionismo. Espero poder mostrar cómo el nacionalismo, visto desde la diáspora, es una figura incompatible con cualquier pretensión de universalidad. Todo ciudadano moderno lo es de un Estado-nación en la media en que éste se define por la sangre y por la tierra, lo cual connota exclusión y reactiva la dialéctica amigo-enemigo que, según Carl Schmitt, es la quintaesencia de la política estatal. Lo que, por el contrario, se quiere plantear, es una ciudadanía desde la exclusión, es decir, desde otro lugar que la sangre y la tierra. A esa pregunta responde, precisamente, la figura de la diáspora, cuya relación con la sangre y la tierra es sobre todo simbólica. La diáspora es un exilio que elabora el modo provisional de existencia propio del exiliado como una forma estable de ciudadanía. Se trata sin duda de una forma cosmopolita, pero no abstracta, como la que se camufla en el cosmopolitismo de quien se dice no pertenecer a ningún lugar"). SE puede ser una u otra patria, pero sólo parcialmente. Se pueden tener una o varias nacionalidades, ser de uno o varios lugares, lo cual significa no ser de ninguno totalmente. El sujeto diaspórico lleva por tanto consigo una reserva simbólica que le distancia de la ciudadanía convencional y que le permite imaginar otra nueva, orientada hacia una universalidad liberada de particularismos

Mari Paz Balibrea (University of London)
Lectura a contrapelo de Los nombres del exilio de Josep Solanes
Oscilando entre las disciplinas de la psiquiatría, la psicología, la filosofía fenomenológica, la literatura y la antropología, Los nombres del exilio (1993), reeditado recientemente como En tierra ajena (2016), es la apenas conocida obra magna del igualmente desconocidísimo exiliado republicano Josep Solanes. En este trabajo iniciamos un proyecto de recuperación de esta obra como uno de los textos claves que de reflexión teórica sobre el exilio produjo el legado republicano del 1939. Dice en el “Prólogo” a En tierra ajena su editora, Mònica Miró Vinaixa, que “en el terreno fenomenológico la pervivencia del estudio de Solanes es absoluta, pues trata de lo inalterable en la fijación antropológica del imaginario (el campo de las representaciones, los objetos de la experiencia sensible elevados a esencias puras)…” (p. 12). Nuestra reflexión sobre el libro partirá precisamente de la problematización de este prurito esencializador y universalizante de la obra, y buscará desconstruir las condiciones de su historicidad en relación con la marginalidad, exterioridad e invisibilidad resultantes de las condiciones a las que se enfrentó el exilio republicano y en concreto el autor. La patologización de la condición exiliada, por un lado, que propone entenderla como la desviación existencial de la “sana” experiencia vital normativa y, por otro, la destilación de sus características hasta reducir el exilio a una experiencia común a humanos, animales y plantas, conspiran en direcciones opuestas, una negativa desde la psiquiatría y la fenomenología, otra positiva desde la literatura, pero en definitiva solidarias para convertir el acercamiento de Solanes en una huída de la historia. Las disciplinas que Solanes moviliza para dar sentido al exilio contribuyen a una privatización y despolitización de la condición exiliada que borra las huellas de particulares responsabilidades históricas y victimizaciones colectivas, que no dirige nuestra atención como lectores hacia lo social en tanto que generador de la enfermedad del individuo. Sin embargo, argumentamos, la politicidad de su proyecto empieza precisamente en la construcción que consigue para su autor exiliado de una posición enunciativa de poder discursivo desde la que visibilizar y hacer inteligible al sujeto exiliado objeto de su estudio. Es desde aquí que podemos reconsiderar aspectos de su posicionamiento como críticas clave ofrecidas desde la condición exiliada: el escepticismo ante lo colectivo como negación a reconocer la soberanía del estado nación, la proposición de una ontología no antropocéntrica que socave el discurso humanista y de los derechos humanos, y la defensa del afuera como lugar de las demandas más radicales.

Antonio García-Santesmases (UNED)
La recepción de la muerte de Ortega y Gasset en el exilio socialista
El legado intelectual republicano experimenta en su recepción interior un proceso de obligada despolitización, o tergiversación, política, al que no es ajeno la filosofía. El caso del que hubiera sido faro intelectual de varias generaciones a comienzos de siglo, el filósofo José Ortega y Gasset, nos ofrece un ejemplo paradigmático al respecto. Entre las intervenciones de este simposio sobre ‘El exilio español, memoria republicana y relatos de nación’, haremos un esfuerzo por contrastar las diferentes inserciones que la tradición intelectual republicana, y el legado filosófico orteguiano en particular, experimenta en el interior y en el exilio. De esta forma, a través del testimonio de las diferentes recepciones orteguianas, podemos considerar lo que se han llamado en nuestros días “la segunda muerte de Ortega” y reflexionar sobre cuál es el legado que ha llegado hasta nosotros de la filosofía republicana, qué es lo que significó para aquellas generaciones de comienzos de siglo, para los jóvenes intelectuales de los años 30, que vivieron la primera experiencia democrática, y qué ha quedado de aquello para quienes han de progtagonizar la segunda en los años 70.
Al producirse la muerte de Ortega en octubre de 1955 se producen dos reacciones muy distintas dentro de España y en el mundo del exilio. Ha sido muy estudiada la importancia del entierro de Ortega en los primeros pasos de la llamada generación del 56. Es menos conocida como la noticia afectó a Indalecio Prieto, a Andrés Saborit y al gran antagonista de Ortega en los años treinta. Luis Araquistain publicará un artículo “En defensa de un muerto profanado”, en el que sale en defensa del filósofo liberal manipulado por el nacional-catolicismo vigente en la España de la dictadura. El contraste entre las reflexiones de Araquistain y el acto de homenaje a Ortega en la facultad de Filosofía de la Universidad complutense permiten visualizar las diferencias entre la España de la dictadura y la España del exilio.

Manuel Artime Omil (UNED)
Francisco Ayala: antimodernismo como divisa intelectual para una naciente democracia
Los estudios del exilio del 39 han señalado muchas veces, que la recepción de la obra artística o intelectual de aquellos autores en el interior, hubo de ser a costa de despojarlas de su contenido político (o tergiversarlo, según los casos); algo que seguiría sucediendo aún después de terminada la dictadura (no sé si superada, al menos en ciertos sentidos). La recuperación de ciertas experiencias y relatos concernientes a la experiencia de guerra, hubo de realizarse por tanto para el exilio republicano en un contexto político poco receptivo, o al menos renuente a someter a remover el pasado cuando el futuro democrático todavía pendía de un hilo.
Existe sin embargo, otro parte del exilio, cuyas reflexiones sí que van a ser recuperadas e incluso reivindicadas en este periodo, precisamente porque casan mejor con el proyecto en curso. Son valoraciones que coinciden con la realizada por ciertas élites transicionales y que nos hacen cuestionar ese tópico reciente de que la democracia española se construyó sobre el olvido. Más preciso es sostener que la transición se realizó sobre un determinado relato y más revelador para la democracia presente sería preocuparse por conocerlo en detalle y evaluar los supuestos (o si se prefiere, prejuicios) en que se mueve, pues siguen siendo en buena medida los nuestros.
Un autor de referencia en este sentido ha de ser Francisco Ayala, quien nos ha legado además de una magnífica obra literaria, unas reflexiones histórico-políticas de gran calado, y de gran peso para una parte de la inteligencia oficial del transicionalismo. Como Madariaga, Sender, Jiménez de Asúa o Sender,… Ayala identifica uno de las debilidades de la cultura española de primera mitad de siglo el exceso de politización de sus actores y la nociva querencia hacia el modernismo, el gusto por problematizar la historia y recrearse en las fatalidades españolas. Esa cultura tardorromántica estaría en el germen de la guerra, según Ayala, en la voracidad de los dos bandos por apropiarse del destino histórico de la nación y someter al castigo pertinente a los traidores que empujan en otra dirección. Es el abandono de las viejas querellas intelectuales españolas y la disposición hacia un horizonte de universalidad, lo que permitirá a la cultura española durante el tardofranquismo poner las bases para un tiempo nuevo. Las reformas institucionales podrían llegar a España tras la muerte del dictador, pero la sociedad española habría estado desde antes poniendo las bases para recuperar la modernidad y homologarse con la cultura occidental (con la “razón del mundo” dirá Ayala).
Sobre estas tesis, veremos, nuestra reflexión intelectual queda restringida a unos parámetros, los que proporcionen categorías analíticas universales, sin posibilidad para consideraciones locales o temporales de ninguna clase. Ayala llama a la inteligencia postransicional a ponerse al servicio de la democracia instaurada, a no someterla a excesos críticos de otras épocas ni a evaluarla al prisma de la historia. Rebelde frente a quienes proclaman el desencanto advierte de estar resucitando viejos vicios del pensamiento español, el retorno al pernicioso modernismo.

Antolín Sánchez Cuervo (Instituto de Filosofía-CSIC)
La crítica de la Transición desde el exilio. El retorno imposible de María Zambrano
El exilio constituye una especie de punto de fuga del juego de perspectivas habilitado en los procesos transicionales, desde el que éstos muestran su dimensión más simuladora y teatral, más decorosa y neo-barroca, más formalista y espectacular. El exilio es entonces la señal de una ausencia que cuestiona ese juego de presencias, poniendo al descubierto sus mixtificaciones, olvidos y encubrimientos. Asimismo, cuestiona sus dimensiones temporales; es decir, las narraciones y relatos que pretenden justificar ese espacio, el uso y desuso del pasado que hacen sus artífices, la estigmatización de la memoria, la mitificación del presente…
La presente ponencia se divide en dos partes, centrándose la primera en la crítica del proceso transicional español que plantearon algunos supervivientes del exilio republicano del 39 como María Zambrano, Eduardo Nicol y Adolfo Sánchez Vázquez. Desde perspectivas y lenguajes diversos pero bajo un inconformismo común, señalaron algunos de sus puntos débiles. En la segunda parte, nos detendremos en el uno de los regresos más paradójicos del exilio en cuestión como el de la mencionada filósofa, dada su profunda identificación con la condición exiliada. Incluso tras su retorno a España en 1984, Zambrano siguió apelando al exilio como una patria irrenunciable o como una experiencia capaz de alumbrar un nuevo cosmopolitismo o una manera de habitar el mundo más allá de la pertenencia a cualquier nación –o, en el caso de la española, haciendo valer sus tradiciones herejes y exiliadas. Aun a pesar de su incipiente incorporación a la cultura oficial a través de importantes premios y distinciones, Zambrano plasmó en varios escritos breves de sus últimos años una memoria republicana que, más allá de evocaciones concretas, sugería un relato de nación diferente.

Eduardo Zazo (Universidad Autónoma de Madrid)
La filosofía ayuna de historia: estrategias de despolitización
En el periodo transicional español, ¿qué papel filosófico juega la historia de España del siglo XX anterior a 1939? Un papel muy escaso. Durante la transición española, las redes filosóficas dominantes de lo que Francisco Vázquez ha denominado los "herederos" y los "pretendientes" solamente en ocasiones muy escasas asumieron la tarea de pensar filosóficamente esa historia de España del siglo XX anterior a 1939. Hemos de acudir a redes secundarias y poco influyentes si queremos encontrar reflexiones de este cariz. En esta intervención queremos dar cuenta de las estrategias académicas que propiciaron el olvido y la despolitización en la reflexión sobre dicho período histórico. La sociología de la producción filosófica (Bourdieu, Collins, Pinto, Fabiani, Francisco Vázquez, Moreno Pestaña) es de gran ayuda para esta comprensión, pues polemiza contra dos formas extremas de entender las tareas de la filosofía: la internalista y la externalista. La primera, basada en una lectura internalista de los textos consagrados como canónicos y en un comentario potencialmente interminable, puede conducir a considerar los textos filosóficos como si formaran un universo inmaculado al margen de las pasiones y los intereses de quienes los transmiten. La segunda, basada en la negación de la autonomía del campo filosófico, consiste en la aplicación de criterios externos al campo filosófico (como la ideología política o el origen de clase) con el fin de deslegitimar filosóficamente una obra o a un autor o autora. De acuerdo con su comprensión spinozista, la sociología de la producción filosófica rehúye de la deshistorización propia de toda forma de canonización textualista, que depotencia políticamente los textos comentados, mientras que por otro lado no diluye la vigencia filosófica de un texto en su historicidad, como si lo redujera a mera expresión política. Desde este marco queremos dar cuenta de las razones de la ausencia de reflexión sobre la historia política de la España del siglo XX prefranquista en las redes filosóficas dominantes durante la transición española.

Ramón Villares (Universidade de Santiago de Compostela)
El exilio gallego y el proceso autonómico en Galicia
En el simposio ‘Exilio español, memoria republicana y relatos de nación’ nos proponemos una reflexión sobre el legado republicano del 39 y sobre el proceso de recepción que habrá de hacerse del mismo con la llegada de la democracia. Un valioso elemento del pensamiento intelectual y político republicano, y que quizá tenga hoy entre nosostros un interés especial recuparar de cara a los desafíos del presente, es el que nos ofrecen los valuartes del soberanismo periférico, que habrán de salir también al exilio con la llegada de la dictadura. En este exilio de los nacionalistas periféricos tiene especial interés el que representa la comunidad galleguista y su esfuerzo por mantender las instituciones y la cultura del país en ultramar. El retorno de la democracia va a significar al mismo tiempo el intento de recuperación de aquellos derechos de autogobierno asociados al Estatuto gallego del 36. En este sentido se realizará un esfuerzo por parte de las nacientes insittuciones autonómicas por insertarse respecto al legado de la tradición galleguista y un debate sobre el sentido de aquella que llega hasta nuestros días.
Los contenidos de esta intervención tratarán de analizar tres puntos esenciales, aplicados al caso gallego pero que, en grande parte, remiten al contexto general español desde el final de la Guerra Civil (y el inmediato exilio masivo republicano) hasta la Transición democrática y la organización territorial del Estado:
1.Trazos del exilio gallego. Liderazgo de Castelao. Papel del Consello de Galiza en la estrategia de oposición al franquismo: de Galeuzca al europeísmo
2.Grupos de oposición interior al franquismo: galleguismo posibilista, nuevo nacionallismo, relaciones con el exilio y participación en la Transición
3.¿Tuvo “herederos” el legado de Daniel Castelao?. De la búsqueda de un “Tarradellas” gallego (1977/1978) al retorno de los restos de Castelao (1984).


Pablo García Martínez (CUNY)
“Galicia Emigrante, ¿Galicia imposible?”
A mediados de la década de 1950, tan solo unos años después de que Galicia recuperara la centralidad en la respuesta galleguista al franquismo, se produce un momento de fricción entre el grupo articulado en torno a la editorial Galaxia, y el que actuaba desde Buenos Aires, a través de instituciones como la Asociación Galega de Universitarios, Escritores y Artistas (AGUEA) y, sobre todo, la revista Galicia Emigrante, dirigida por Luís Seoane, intelectual argentino-gallego que se había exiliado a finales de 1936 al que era, en realidad, su país de nacimiento. La respuesta que el propio Seoane da a esta situación de bloqueo se traduce en una serie de textos (ensayísticos, periodísticos, poéticos, teatrales) en los que condensa, en el corto período de la segunda mitad de los años cincuenta, reflexiones sobre cuestiones como filosofía de la historia, teoría cultural o teoría política, y en los que sedimenta la experiencia de dos décadas de exilio. En esta ponencia reflexionaré sobre ese período decisivo de la formación de un Seoane que representa como nadie en la historia cultural gallega la encrucijada entre el diálogo en términos técnicos con campos culturales marcados por su internacionalismo y la constante reformulación de la representación de la nación propia que algunos exiliados traían consigo como equipaje. Me interesa, en primer lugar, pensar hasta qué punto es atendida hoy en Galicia la apelación presente siempre en los textos de un Seoane que no deja nunca de llamar la atención sobre la importancia que la lucha por la imposición del relato sobre el pasado tiene de cara a la conquista del futuro. Al mismo tiempo, las simultáneas cohabitaciones y otredades que su particular biografia les permitió, me lleva a una segunda reflexión en la que sugiero pensar la utilidad que tiene, a la hora de inspirar nuestras intervenciones sobre el presente, la memoria de los hábitos colaborativos que caracterizaron la trayectoria de intelectuales exiliados como el editor catalán Joan Merlí o el propio Seoane, que dialogaba al mismo tiempo con la colectividad gallega asentada en Buenos Aires, con sectores amplios del exilio republicano en la ciudad, con las redes de la gráfica antifascista de los cuarenta en la que predominaban los exiliados de los fascismos europeos, con el arte abstracto porteño de los años cuarenta y cincuenta, o con la intelectualidad liberal que tomaría el poder en las instituciones culturales argentinas tras el final del primer peronismo.