Mesa Temática No. 12
¿QUÉ DIFERENCIAS EXISTEN ENTRE LA FILOSOFÍA POLÍTICA Y LA TEORÍA POLÍTICA? (4)
Coordinador: Joaquín Abellán
PROPUESTAS DE PONENCIAS RECIBIDAS
Filosofía Política y Teoría Política. ¿Misma adjetivación, diferentes
aspiraciones? Una aproximación teórica descriptiva.
Estela Camus García,
Fundación Avedis Donabedian, Instituto Universitario-UAB
La Filosofía Política y la Teoría Política comparten el adjetivo “político”. Ambas se dirigen al estudio de lo político como disciplinas cercanas, pero resultan institucionalmente separadas. Algunas de sus actividades son similares, pero sus aspiraciones respecto a la política y a la acción en el mundo de lo político, en ocasiones, resultan divergentes. Otras veces, sin embargo, pueden encontrarse entre los que se autodenominan filósofos políticos y que institucionalmente pertenecen a este área, a investigadores que realizan actividades que podrían considerarse parte de la Teoría Política, mientras que muchos teóricos políticos normativos, así situados en las instituciones académicas, realizan actividades consideradas por otros propias de la Filosofía Política. De ahí la pertinencia de analizar en profundidad la relación entre ambas diciplinas.
Una mesa transdisciplinar titulada ¿Qué diferencias existen entre la Filosofía Política y la Teoría Política? invita a pensar un tentativo mapa conceptual de las lógicas que existen tras la relación entre ambas disciplinas. Un mapa de ideas reflejo del reconocimiento que mutuamente se otorgan y conceden, de las indiferencias que puedan mostrarse, de los méritos que se atribuyen, de perspectivas y percepciones a veces enfrentadas, sobre las deficiencias compartidas que adolecen sus prácticas investigadoras, o sobre las relaciones que mantiene ambas con la Historia (“hebras historiográficas”), entre otros sugerentes temas para el debate.
Para hacer posible un mapa conceptual sobre estas ideas, y desde un espíritu similar al de la metodología que desarrollan las revisiones sistemáticas, se empleará como estrategia de investigación la inclusión de una serie de palabras clave en los buscadores de revistas prestigiosa de ambas disciplinas (Political Theory; European Journal of Political Theory; Philosophy of the Social Sciences (POS); Politics, Philosophy & Economics; Politics; Philosophy & Social Criticism, SAGE Journals). A su vez, se analizarán introducciones de hanbooks en la materia (colección Oxford), teniendo como objetivo describir a qué tareas se han dedicado en la última década, qué conexiones y diferencias han surgido y así plantear si es posible distinguir actividades intelectuales diferentes para ambas disciplinas.
¿Cómo estudiar en teoría política? Concepto, significante y argumento
Rafael Martínez Rivas
Universidad Autónoma de Madrid
Tras la publicación del libro de Quentin Skinner Los fundamentos del pensamiento político moderno, el estudio de la teoría política vivió un giro radical. Ya no solo se trataba de analizar los grandes textos de la historia de la filosofía o de la creación de sistemas de pensamiento complejos y unitarios, sino de tomar a la vida política como el principal problema que los teóricos de la política debían abordar. Esto implicaba, en el caso de Skinner, un estudio contextual del trabajo de los teóricos que tuviera en cuenta los debates en los que esos trabajos se enmarcan, así como las intenciones de los autores al escribir sus textos. De esta forma, otorgándole a la teoría política una función menos universal y, por tanto más contingente, Skinner proponía leer a los teóricos como políticos.
Tras el giro de Skinner, la política se convirtió en el centro del análisis de la teoría política, en una perspectiva compartida por otros teóricos. Para Michael Freeden, la teoría política, como disciplina separada de la filosofía, tendría dos dimensiones de pensamiento: pensar políticamente y pensar sobre la política. La primera dimensión refiere a las prácticas de pensamiento relacionadas con las colectividades, mientras que la segunda, pensar sobre la política, tiene que ver con el estudio de la ideología, en la particular definición de Freeden. Así, mientras que todo el mundo piensa políticamente, pues todo el mundo tiene su visión sobre el funcionamiento de las colectividades, la característica fundamental de la teoría política sería pensar sobre la política. Pero este pensar la política también tiene una dimensión ideológica, porque la teoría política abraza las concepciones de las ideologías para trabajar, estando, además, limitada por los constreñimientos del lenguaje. Por tanto, la teoría política debe reflexionar sobre sí misma, deber ser introspectiva y autocrítica.
El presente trabajo parte de esta necesidad de la teoría política de reflexionar sobre sí misma con el objetivo de aclarar qué significa pensar la política, qué aspectos de la política debería estudiar la teoría política y cómo deberían estudiarse. Para ello, se analizará la obra de tres teóricos que han profundizado en este debate: Michael Freeden, Ernesto Laclau y Kari Palonen. Para Freeden, como se ha dicho, el objeto central de la teoría política es el análisis morfológico de las ideologías, mientras que para Ernesto Laclau se trata del análisis del discurso. Esto lleva a dos objetos de estudio distintos: para el primero, el concepto; para el segundo, el significante. Para Palonen, en tercer lugar, la teoría política no debería fijarse en los teóricos como políticos, como sugería Skinner, sino invertir esa relación y analizar a los políticos como teóricos. Así, colocando los debates políticos en primer lugar, la perspectiva de Palonen tendría como su objeto de estudio principal al argumento político.
El objetivo de esta propuesta es, entonces, de la mano de estos tres autores, entender cómo puede la teoría política estudiar la política misma. Para ello se pondrán en relación los objetos de estudio citados (el concepto, el significante y el argumento), mostrando los límites y las ventanas, las compatibilidades y las incompatibilidades de los mismos. De esta forma, analizando la obra de estos autores, se profundizará en el quehacer de la teoría política, en sus particularidades respecto a otros ámbitos y en sus implicaciones metodológicas respecto al estudio de la política.
La Teoría Política arendtiana: entre la realización de juicios de valor y la descripción o explicación empíricas
Pedro Abellán Artacho
Universidad Complutense de Madrid
La Teoría Política avanza en medio de importantes problemas de identidad, que no son sino dificultades para diferenciarse de otras empresas académicas cercanas. Recurrentemente, aparecen teóricos políticos que consideran necesario repensar la naturaleza y alcance de la disciplina (Parekh, 1996: 514); otros, más alarmados, apuntan a una “febril procura contemporánea de su identidad como disciplina intelectual” (Máiz, 2005: 18). Esta ponencia identificará una lógica de investigación diferente de la Filosofía Política o la Teoría Política normativa, pero también del trabajo empírico descriptivo o explicativo propio de la Ciencia Política positivista. Es decir: un trabajo científico que evita la realización de juicios de valor autónomos que requiere la defensa de universales, pero que también sortea los intentos de reducir la Teoría Política a una actividad empírica positivista, igualándola a la Historia de las Ideas o al Análisis del Discurso o de las Ideologías.
El pensamiento de Hannah Arendt constituye un ejemplo de Teoría Política que escapa a ambos extremos reduccionistas. La propia Arendt era consciente de “usar […] una perspectiva bastante inusual”, que “no pertenece a ninguna escuela y que apenas usa ninguna de los instrumentos oficialmente reconocidos ni de los oficialmente controvertidos” (Arendt, 1953: 10–11). Una perspectiva que, como deja claro en su célebre entrevista con Günter Gaus, debe llamarse “Teoría Política” y no “Filosofía Política”; esta expresión le parece un oxímoron, pues la política requeriría siempre de “los hombres”, mientras que la filosofía se habría encargado de “el hombre” (Arendt y Gaus, 1964).
Pese a la habitual consideración de Arendt como una autora normativa, ella misma afirmaría que las verdades del filósofo, del científico, del testigo, del juez, del periodista, del artista o del historiador no son (ni pueden ser) políticas en un sentido: no pueden, sin abandonar su posición (su orden intelectual científico), comprometerse con un fin político –unirse a una causa de la que se derive directamente su proceder investigador, informador, etc.– (Arendt, 1996: 273). Sin embargo, es evidente que Arendt no se limita a ofrecer una mera descripción y explicación de los hechos, sino que extiende los caminos para el análisis científico de juicios de valor que Max Weber ya había indicado. Se argumentará que las tareas y responsabilidades que asume en su trabajo son “políticas”, al menos, desde una concepción arendtiana de la misma. Precisamente por ello, se argumentará que continuar con estas tareas y responsabilidades permitiría a la Teoría Política reducir su incertidumbre acerca de su propia identidad.
Modus vivendi, realismo y «teorización intermedia»: la crítica a la filosofía política en John Gray
Elena Rosalía Rodríguez Fontenla
Universidad de Santiago de Compostela
Esta propuesta de ponencia tiene como objetivo principal el adentrarse en el pensamiento del británico John Gray (1951-) en aras de averiguar qué es lo que pueden aportar sus escritos y reflexiones a la hora de aproximarnos a la discusión en torno a las semejanzas y desemejanzas entre la teoría política y la filosofía política. Este intelectual que compagina su labor de docente en instituciones de reconocido prestigio con una activa contribución en tanto articulista y comentarista, es tal vez más conocido por ser el autor de numerosos libros que forman parte ya del acervo de la teoría política contemporánea, los cuales lo retratan como un autor sumamente heterodoxo tanto en la teoría política académica como en el debate más político-ideológico. Centrándonos en sus contribuciones teóricas, procederemos principalmente a bosquejar cuál es su posicionamiento respecto al rol que ha de desempeñar el teórico y estudioso a la hora de reflexionar sobre la realidad política.
En primer lugar, procederemos a estudiar cómo ha ido evolucionando su valoración de la filosofía política. Una evolución, que si bien parece caracterizarse en sus comienzos por una disposición favorable hacia la rehabilitación de dicha modalidad de pensamiento sobre la política, termina sin embargo recalando en una postura enormemente crítica hacia las pretensiones filosóficas de acceder al conocimiento de un ideal de gobierno y de unos principios de ordenación política de validez universal. De este modo, analizaremos qué tipo de argumentos despliega en su ataque a la filosofía política, a la cual caracteriza por su tono normativo, abstracto, ahistórico y desapegado de la realidad, y de la que identifica a John Rawls así como al grueso de la teoría política liberal como sus más fieles exponentes en la contemporaneidad.
En segundo lugar, veremos cómo, si bien no parece diferenciar expresamente entre filosofía política y teoría política, Gray sí articula una propuesta teórico-política con unas cualidades pretendidamente diferenciadas de las que caracterizarían tanto a una teoría política cercana a la filosofía política normativa, como una teoría política deudora de un enfoque científico-político de corte positivista. En este sentido, analizaremos qué tipo de proyecto alternativo de reflexión teórica en torno a la política se desprende de la obra de este autor, sea éste formulado de un modo más expreso o más implícito. Nos detendremos así en analizar su apuesta por el pluralismo, sus querencias por el comunitarismo liberal así como su defensa del modus vivendi en tanto modelo de ordenación política de la sociedad, en aras de poder apreciar cómo desarrolla su propuesta de «teorización intermedia», esto es –y a su decir–, un tipo de teoría política libre de pretensiones universales en la línea de la filosofía política normativa , por tanto, tan solo preocupada por trazar itinerarios reflexivos de limitado alcance contextual.
En tercer lugar, consideraremos los atributos de su estilo teórico a la luz del debate entablado entre idealismo y realismo en el marco de la filosofía y de la teoría política contemporáneas. Para ello, nos acompañaremos de las visiones que en torno a la misma cuestión habrían manejado autores como Isaiah Berlin o Michael Oakeshott, cuyas aportaciones intelectuales –como el propio Gray habría reconocido– fueron decisivas en la elaboración de su crítica a la filosofía política normativa en clave rawlsiana. Asimismo, discutiremos su visión a la luz de visiones netamente realistas como la de Bernard Williams, o pragmáticas y antifundacionalistas como la de Richard Rorty.
Finalmente, reflexionaremos sobre cómo la visión de Gray nos sirve de plataforma desde la cual debatir en torno a las posibilidades así como las dificultades de una teoría política que desea prescindir de la normatividad y del impulso hacia la universalidad, que repudia los criterios metapolíticos en favor de la autonomía de lo político, que valora la legitimidad como más importante que la justicia y que sitúa el modus vivendi y los arreglos contingentes y locales como más decisivos que los intentos de consecución de un gobierno ideal; pero que a la par, y al mismo tiempo, es vagamente consciente del peligro que acompaña a los anhelos de prescindir de todo principio y de toda racionalidad así como, también, de la fragilidad que rodea a aquellos empeños realistas de preservar la autonomía de la política incluso en el interior de aquellos modus vivendi urdidos al albur de lo contingente y lo contextual.
La naturaleza política del pensamiento posfundacional. Filosofía y teoría política en Laclau y Rorty
David Sánchez Piñeiro
Universitat Pompeu Fabra
En mayo de 1993, Chantal Mouffe organizó un seminario en París en el que participaron Richard Rorty, Jacques Derrida, Simon Critchley y Ernesto Laclau. Tres años después se publicó el volumen Deconstrucción y pragmatismo, en el que se recogen las aportaciones que cada uno de estos pensadores hizo en aquel seminario, además de un resúmen introductorio de la propia Chantal Mouffe. En uno de los textos hay un elemento que llama la atención: a pesar de ser una intervención enmarcada dentro un debate de carácter filosófico (entre la deconstrucción derrideana y el neopragmatismo rortiano), Laclau asegura que participa en el debate ‘como teórico político antes que como filósofo en el sentido estricto del término’. ¿Tiene esta matización alguna consecuencia teórica relevante o es un simple gesto retórico de cara a la galería?
La obra de Laclau ofrece razones para distinguir no tanto entre la filosofía política y la teoría política sino más bien, como apunta la cita anterior, entre la filosofía y la teoría política. Una de las mejores formas de ilustrar esta distinción es a través del debate entre el propio Laclau y Rorty, planteado en Deconstrucción y Pragmatismo y continuado por Laclau en el último capítulo de Emancipation(s), titulado ‘Community and its Paradoxes: Richard Rorty’s Liberal Utopia’.
Laclau y Rorty comparten (junto con Derrida) una visión posfundacionalista de la filosofía, que rompe con la tradición metafísica y afirma, desde el historicismo y el nominalismo, la contingencia del lenguaje, del yo y de la comunidad (en términos del propio Rorty). Según Laclau, el giro posfundacionalista no ofrece simplemente una nueva filosofía, sino que deconstruye toda la tradición filosófica anterior y con ello el propio estatus de la filosofía (‘el reino de la filosofía llega a su fin y comienza el reino de la política’). De acuerdo con la perspectiva de Laclau, la tarea de la filosofía pasaría a ser deconstruir los diferentes esencialismos conceptuales que impiden a la política ocupar el papel que le corresponde. En este sentido la filosofía de Laclau es esencialmente una filosofía política. Rorty, que también afirma la ‘prioridad de la democracia sobre la filosofía’, cree que las cuestiones políticas deben ser expresadas en términos accesibles y cotidianos, y le reprocha a Laclau que su teoría de la hegemonía (entendida como la forma de toda política) incurre en una sobreteorización que resulta ser demasiado sofisticada como para producir aportaciones relevantes al debate político.
Mientras que Rorty apuesta por sustituir el espacio tradicional de la filosofía por narrativas con capacidad de influencia política que ayuden a reducir el sufrimiento y ampliar la solidaridad humana, Laclau cree que más acá de la filosofía aún es necesario un esfuerzo teórico que permita pensar la forma que subyace a los fenómenos políticos concretos. Esa es precisamente la razón de ser de su teoría política de la hegemonía, que ha perdido su estatus filosófico pero no su condición de teoría.