Mesa Temática No. 22
POSVERDAD, ÉTICA Y DISCURSO DEL ODIO (12/ 1 JORNADA)
Álvarez, Bárbara
Las narrativas del odio: de la oralidad a las redes sociales
Blanch Moret,
Inés Griselda
Abán Arranz, Alberto
La herramienta Erasmus Plus como estímulo hacia el No-Odio en colectivos juveniles.
Bunbury, Eva
Pérez Calle, Begoña
D'Ambrosi, Lucia
La rumorología y la comunicación pública
Esteban Navarro, Miguel Angel
Gómez Patiño, María
Maria Antonia Nogales Bocio
Las ”feminazis": una infoxicación sobre el feminismo
Francesconi, Armando
El concepto de violencia en José Antonio Primo de Rivera
Gómez Patiño, María
Esteban Navarro, Miguel Angel
La desinformación “motor” de la opinión pública
Marta Lazo, Carmen
Arranz Martínez, Pilar
Solans García, Maria Antonia
La infoxicación en la era de la posverdad: La educomunicación como solución ética.
Mateo, David
Elena Bandrés Goralaz
La posverdad y la violencia contra la mujer
Matucci, Natascia
Tecnocracia y posverdad
Neri, Veronica
New media tra forme di partecipazione e degenerazione. Il ruolo della responsabilità
Pérez Calle, Begoña
Spalletti, Stefano
Trincado Aznar, Estrella
Aportaciones al análisis del discurso del odio en el pensamiento económico
Pérez de la Fuente, Oscar
Lenguaje del odio y la performatividad de los actos de habla
Las narrativas del odio. De la oralidad a las redes sociales
Bárbara Alvarez Rodríguez
If there is any action, within war, by which it is shown how far hate towards the Other enemy goes, it is without doubt the treatment given to dead bodies. In Iliadic war scenes we see the powerful wish to despoil the corpse of the enemy, whether by the warrior's own hands or by abandoning it to feed the dogs and birds of prey. On the other hand, the lifeless body of a hero's companion is kept and embellished; in this way, one wishes that nothing changes, that the comrade still looks like the image of the man with whom so many things have been shared.
Nowadays, we have read or watched (unfortunately, more than once) in social media news related to published pictures of Western soldiers posing by dead bodies of those who belonged to the enemy -or even torturing or putting to shame the body of the adversary-. How can we be reading this? How is it possible that human reactions towards the Other-as-enemy have not changed for over 3,000 years?
Mutilation of the enemy's lifeless body represents the ultimate dehumanization of the Other. When Achilles drags Hector’s body, pulling his face along the ground, he fervently wishes to disfigure it: the face is the part of the body that individualizes the person. Spoiling the face of the opponent, letting it become unrecognizable, makes him dissimilar to anything that reminds us of an “I” or “We”. Not only that: the life of the Other, in wartime, becomes a life worthy-of-being-destroyed. These lives are considered inferior and, therefore, not deserving of the same rights or privileges that enjoy identification as “We”. Following that reasoning, the “I” comes to be seen as having legitimacy for performing such actions.
I want to suggest in this short essay that on social networks today, as in ancient Homeric poetry, the visual (whether photos or descriptions) is turned into a necessary acknowledgment of the warrior's action and existence. In the present, photos serve as documentation and even boasting; in the Homeric past, the geras-–usually the shield and the weapons stripped from the dead opponent--served for commemoration and display. In both time-periods, the “I” comes to be seen as having legitimacy for performing such actions. In turn, this legitimization of violence is what allows it to be displayed openly. In the social media pictures, as in the Iliad, the protagonists have no qualms about showing their atrocities towards the Other-as-enemy to the world. If anything, the opposite is true: they are proud of their actions, using the destruction of the Other to confirm the value of the self.
La herramienta Erasmus Plus como estímulo hacia el No-Odio en colectivos juveniles.
Inés Blanch Moret
Alberto Abán Arranz
Fundación Città di Roma
Durante los últimos treinta años el concepto del discurso del odio, forma dialéctica que de alguna forma suplantó la expresión utilizada a partir de la segunda guerra mundial “incitación al odio”, viene ocupando de forma creciente medios escritos, orales y especialmente además el ciberespacio. Esta extensión en el empleo del término no viene acompañada de un conocimiento en profundidad, muchas veces, de la realidad que el mismo acompaña, sino que más bien en la mayoría de los casos se utiliza en lo cotidiano como descriptor de una serie de situaciones que se viven en la sociedad actual, y en especial crecimiento en la realidad europea con la que convivimos. La ciudadanía en general, especialmente ahora que podemos afirmar, pertenecemos además a una cibersociedad, viene acostumbrándose al uso del término, a menudo anclado en sus implicaciones jurídicas pero siempre entendiendo su sentido peyorativo a pesar de desconocer sus verdaderas implicaciones y los subelementos que abarca, así como las herramientas para el combate.
Desde las autoridades y las organizaciones europeas se vienen dirigiendo esfuerzos para luchar contra la realidad que describe el discurso del odio en sentido estricto, tanto mediante medidas legisladoras como mediante otras acciones sensibilizadoras, protocolarias y comprometidas, como es el caso del protocolo europeo de lucha contra el ciberodio en las redes.
Este papel trata de exponer, explicar y describir aquéllas medidas que han tomado como target a la juventud como heredera de nuestras medidas correctoras, y depositaria de nuestra confianza para que la cultura del No Odio sea un valor europeo en alza. A través de la exposición de la herramienta Erasmus Plus, las diversas convocatorias y los parámetros a desarrollar, unido a las memorias de diversos proyectos, se realizará la exposición de cómo, gracias al empuje de este tipo de acciones que apuestan por invertir en la juventud, se han logrado verdaderos resultados en cuanto al conocimiento del discurso del odio así como manejo de las herramientas que pueden combatirlo.
La rumorología y la comunicación pública: el caso de la inmigración.
Eva Bunbury Bustillo
Fundación Città di Roma
Begoña Pérez Calle
Universidad de Zaragoza
Lucia D’Ambrosi
Università di Macerata
Este papel pretende presentar una línea de investigación dentro del modelo de la rumorología. La rumorología se presenta como un conjunto de información sobre un determinado colectivo social y que aporta determinados datos no contrastados sobre distintos parámetros culturales, económicos y sociales que afectan o se refieren a dicho colectivo. La rumorología debe ser analizada y contrastada con datos reales y fehacientes como el fin de desenmascarar la no verdad e informar de las situaciones auténticas que viven los target del análisis.
Los colectivos sobre los que se pueden estudiar distintos modelos de rumorología son de naturaleza diversa y pueden presentar riesgo y no riesgo de exclusión. En este papel, pretendemos presentar un análisis proyectado en el colectivo inmigrante en general, y en España en particular, analizando los rumores existentes, identificar en ellos qué hay de verdad y qué de falsedad, tratando de mostrar la realidad de aquello que el rumor enuncia o afirma, y dar argumentos a quienes quieran combatirlos
En este sentido es vital el papel de la Comunicación Pública, las instituciones han de ser las principales gestoras de herramientas para mejorar la convivencia, y un esfuerzo importante debería venir dado por el análisis y el combate de la rumorología desde las mismas. Los rumores deterioran la convivencia intercultural, uno de los retos principales que tiene planteadas las instituciones públicas de las zonas en las que viven y conviven habitualmente personas de procedencias culturales y geográficas diversas. El deterioro de la convivencia supone un deterioro de la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas también a largo plazo, el surgimiento de problemáticas añadidas aún más graves: hostilidad explícita, conflictos vecinales, desconfianza, violencia verbal y hasta física, con consecuencias dramáticas en algunos casos, en cuyo origen, en la mayor parte de ocasiones, están en el desconocimiento y la falta de relación y de conocimiento mutuos entre todos quienes viven en el mismo espacio, barrio, pueblo o ciudad.
"Las feminazis": una infoxicación sobre el feminismo.
Esteban Alvarez, Miguel Angel
Gómez Patiño, María
Maria Antonia Nogales Bocio
Universidad de Zaragoza
Se expone la construcción en torno al término peyorativo feminazi de un discurso del odio sobre el feminismo y la igualdad entre los sexos. Se muestra la utilización del término reivindicado por la misandria (odio hacia el varón) y las hembristas. Medianate el análisis de cuentas Twitter que utilizan como nombre de usuario este término y sus derivados, así como de los hashtags asociados se identifican los principales contenidos éticos y políticos, recursos retóricos e imágenes de los discursos feminazis. Se realiza una valoración sobre su impacto en la construcción de una narrativa acerca del feminismo y en la formación de una opinión pública desfavorable a este movimiento.
El concepto de violencia en José Antonio Primo de Rivera
Armando Francesconi
Università di Macerata
En esta comunicación intentaremos analizar el concepto de violencia en José Antonio Primo de Rivera para averiguar si fue una forma de adaptación a la anormal situación política de la España de los años treinta — crearse un espacio público de convivencia que en aquellos años no existía — o fue simplemente una “curación moral”, la dialéctica “de los puños y de las pistolas”.
En efecto, para José Antonio, la polarización ideológica fue una tragedia y llegó a definirla una mutilación del alma:
En la derecha y en la izquierda tuvieron que alistarse los mejores de quienes componen nuestra juventud, unos por reacción contra la insolencia y otros por asco contra la mediocridad; pero al revolverse contra lo uno y contra lo otro, al alistarse por reacción del espíritu bajo las banderas contrarias, tuvieron que someter el alma a una mutilación (Primo de Rivera 1976, II: 806).En aquel entonces el sistema político español estaba en quiebra y el espacio, por la mayoría, había sido ocupado por personajes muy incompetentes. La democracia estaba, según José Antonio, herida a muerte por la falta de un “espacio público” que no existía y que él llamaba “convivencia”. Había que reemplazar el sistema en quiebra con otro que funcionara: esta sustitución podría llegar por la violencia, pero existía también la posibilidad de sustituirlo en manera pacífica. Esta solución pacífica la indicó en el
Discurso de clausura del Segundo Consejo Nacional de la Falange, (Cine Madrid, 17 noviembre del 1935) con la imagen retórica de “echar un puente a la invasión de los bárbaros”:Esa es la labor verdadera que corresponde a España y a nuestra generación: pasar de esta última orilla de un orden económico y social que se derrumba a la orilla fresca y prometedora del orden que se adivina; pero saltar de una orilla a otra por un esfuerzo de nuestra voluntad, de nuestro empuje, de nuestra clarividencia; saltar de una orilla a otra sin que nos arrastre el torrente de la invasión de los bárbaros (Primo de Rivera 1976, II: 804). José Antonio, pues, buscaba una terza via que se dirigiera hacia la unidad y la identidad nacional, una nueva forma de humanismo. Su “hombre nuevo” tendría que reberlarse a las tendencias individualistas, al nihilismo, al consumismo y a la alienación. El hombre tendría que ser un elemento activo y no pasivo de la comunidad política.
De todas maneras, aunque predicaba la acción, prefería las maneras dulces y parlamentarias (decía: “hay una manera constitucional de hacer esto”) y frente a las masas empleaba argumentos razonables si bien lograba vibrar los sentimientos con su estilo poético. En conclusión, José Antonio Primo de Rivera tenía una inclinación hacia todo lo que fuera racional y abstracto y un temperamento cortés, de hecho él, como se verá en esta ponencia, aceptaba la violencia en teoría y la rechazaba en la práctica.
La desinformación “motor” de la opinión pública.
Gómez Patiño, María
Esteban Alvarez, Miguel Angel
Universidad de Zaragoza
El acceso a información veraz es fundamental para la construcción de una opinión pública formada y crítica en una sociedad democrática. Por eso, la desinformación es un instrumento clave para la expansión de los discursos del odio, ya que produce desconocimiento, desprecio y miedo de un colectivo diana mediante la difusión de mensajes distorsionados o falsos. En la ponencia se muestran las características que se exigen a un mensaje informativo para construir y fortalecer una opinión pública en democracia y se discuten sus limitaciones en el marco de la actual crisis del periodismo y la pérdida de confianza en los medios de comunicación tradicionales. Se reflexiona sobre los rasgos habituales de los mensajes de desinformación emitidos por grupos de presión, servicios de inteligencia o agentes no estatales para influir y manipular la opinión pública en un entorno en el que las redes sociales son el medio preferente de acceso a la información de actualidad.
La infoxicación en la era de la posverdad: la Educomunicación como solución ética
Carmen Marta Lazo
Pilar Arranz Martínez
Universidad de Zaragoza
En la actualidad, habitamos en un ecosistema comunicativo en el que cada vez existe más saturación de información y esta está más contaminada, por lo que paradójicamente estamos más desinformados. Lo más impactante es que la ciudadanía contribuye a crear contenidos falsos que acaba aceptando. De hecho, según un reciente estudio realizado en el MIT y publicado en la revista Science, las noticias falsas se comparten en Twitter un 70% más que las que son verdaderas. Además, viajan por redes sociales de forma “más rápida, más lejos, más profunda y de manera más amplia”. La consecuencia es que las informaciones más atípicas y extrañas llaman más la atención. Al mismo tiempo, se entremezcla la información con la opinión y con los mensajes persuasivos provenientes de la actualidad.
Partiendo de la reflexión de Umberto Eco, en la diferencia entre Apocalipticos e Integrados, Ni tecnofilia ni tecnofobia… se trata de encontrar un punto medio de equilibrio. Si bien la abundancia de información, a priori no debería de ser un problema, porque vivimos en un mundo hiperconectado, donde se tiene acceso directo y gratuito, en su mayoría a buena parte de la información, la saturación informativa también puede acarrear muchos problemas de tipo cognitivo y psicológico. Ya en 1970, Alvin Toffler, el padre del concepto “prosumer”, en su libro Future Shock, alertaba del peligro que podría derivar de que las personas no cuenten con habilidades para poder asimilar bien el excesivo volumen de información.
En la “cultura de la velocidad”, se produce una aceleración constante y cambian los estilos de vida. Según Nicolas Carr, se producen cambios en los estilos de vida y en el modo en el que el cerebro procesa la información. Se produce una inflación del hiperpresente, que se vive con intensidad. En lugar de vivir, con el sosiego típico de la lectura secuencial de un libro, asistimos a un consumo rápido, fragmentado y distraído de muchas fuentes, por lo que nos hemos acostumbrado a ser “surfistas” de la información, en lugar de “buceadores”, empleando la expresión de Baricco.
Los medios y tecnologías han pasado de ser sistemas de referencia a convertirse en sistemas de pertenencia. Como afirma Deuze, ya no vivimos con los medios, sino en los medios porque el acceso se produce de manera constante y ubicua, desde cualquier espacio y cualquier lugar. Para los niños, los móviles son microsistemas con los que pasan más tiempo que con sus padres o en la propia escuela.
En el caso de los adultos, no estar continuamente conectado a la Red, significa estar fuera del sistema. Hay un afán de estar perpetuamente, sin desconexión, de no perderse nada. Porque hay varios niveles de información y las relaciones con los cercanos también pasan por los dispositivos móviles. Hoy en día el axioma ha pasado a ser el siguiente: “Si no estás en las redes, no existes”,…
La concepción de conocimiento también ha cambiado, ya no es entendido como un contenido clasificado secuencialmente, hoy está desordenado en flujos informativos, que son constantemente revisados y puestos en duda, mediante diálogos constantes, lo que genera el caos prototípico del llamado “conectivismo” por Siemens. Además, como nada se publica con una edición finiquitada, todo permanece permeable a cambios y puede ser rectificado o desmentido en unas horas.
Ante la masificación de Internet se produce, como afirma Sartori, un auge del consumo de contenidos pseudo-informativos. Y ante la fuerza de la costumbre, cada vez es más difícil que los ciudadanos sepan distinguir entre noticias (en su sentido más periodístico de informaciones veraces), rumores y falsedades. El problema es la proyección en Internet de todo lo que se publica es viral y que esto genera un factor multiplicador, un eco continuo que se amplifica y puede tener consecuencias terribles. De hecho, los políticos no permanecen ajenos a esta realidad y han sabido, en algunos casos, como el de Donald Trump, sacarle provecho en ocasiones importantes, como pueden ser las elecciones presidenciales estadounidenses o, en el caso del Brexit, en el Reino Unido.
Como afirma Wurman, mejor que destruir la información es inundar a la gente de información para que piensen que son libres. La constante y múltiple sucesión de mensajes informativos arrebata a las personas su tiempo vital y su libertad, siendo ignorantes de su propia situación. Pero una sociedad acrítica e inmersa en el relativismo es una sociedad manipulable y sometida a los dictados de los que detentan el poder económico y político.
Cada vez asistimos a más contenidos banales y pseudo-acontecimientos. Los medios tradicionales también se han teñido de show y de telerrealidad. Las tradicionales funciones de los medios de informar y formar, quedaron subsumidas solo por el entretener de turno, de manera efímera, con impacto y a bajo precio. Priman los contravalores (violencia, machismo y el egoísmo frente a los valores (cooperación, solidaridad, compromiso social,…). Pero lo más preocupante es que esta tendencia también se da en los informativos, es difícil encontrar noticias con signo positivo… hay que esperar a la información metereológica y, si hay ciclogénesis bautizada con nombres de personas, ni tan siquiera esas noticias son positivas.
La audiencia se ha acostumbrado a ver informaciones negativas, contenidos vacíos y triviales. Esta falta de sustancia informativa y programática, le ha llevado a acostumbrarse y, cuando se le pasa el testigo, los “valores noticia” de la agenda del ágora ciudadana, también tienen polo negativo y, en caso de que lo no tengan, se harán con la selección o tergiversación en formato impactante, morboso o generador de conflicto para que pueda despertar el interés. La acción-reacción en este caso se mide en likes. Cuanto más gusta, más seguidores y eso no importa lo que cueste, sucede a cualquier precio.
Ante la excesiva sobresaturación informativa, habría que promover cada vez más la dieta digital para que existieran momentos de desconexión. Además, para saber filtrar y contrastar los contenidos de redes sociales sería importante abogar por la Educomunicación como medio para potenciar el “humanismo digital”, donde el sentido común de los ciudadanos prepondere sobre la infobasura. Para ello, es necesaria la adquisición de competencias digitales en sentido holístico, donde el compromiso ético, el respeto y el diálogo comprometido son las directrices en las que debería de vertebrarse la transformación digital para llegar a una transformación social, pasando por el cambio pedagógico, que es necesario.
La posverdad y la violencia contra la mujer
David Mateo García
Psicólogo clínico y forense
Elena Bandrés Goralaz
Las relaciones de desigualdad entre el hombre y la mujer, tradicionalmente ha sido normalizadas en la Sociedad, todo ello al amparo de una cultura patriarcal. Su máxima expresión la encontramos en el ejercicio de la violencia hacia la mujer en cualquier de sus manifestaciones. En numerosas ocasiones la Comunidad optaba por mirar a otro lado, relativizándolas en algunos casos y en otros llegando a justificarlas y legitimizarlas, llegándolas a invisibilizar.
La posverdad juega un papel muy destacado en la perpetuación de las relaciones de desigualdad. El uso de la manipulación y distorsión de la realidad, con el objeto de manipular toda una serie de emociones, ideas y creencias a favor de la desigualdad de género, consigue influir significativamente en la interpretación de la violencia hacia la mujer en determinados grupos sociales, perpetuando actitudes machistas.
A pesar de las campañas de sensibilización en materia de igualdad, uno de los sectores donde se observa un repunte en conductas machistas es en el intervalo de edad de 15 a 29 años, donde uno de cada tres varones la concibe como algo inevitable e incluso justificable el control y hacia sus parejas, donde más de un 80% conocen actos violentos entre parejas de su edad (14 a 19 años). La posverdad de la desigualdad, alimenta mitos y justifica las relaciones de poder del hombre hacia la mujer, que a pesar del aparente rechazo social y de las instituciones, su manifestación sigue estando presente.
Los datos han manifestado que a través de medidas coercitivas exclusivamente no se reducen las agresiones sexistas, por ello, cada vez es más necesario fomentar los niveles de prevención de la desigualdad, especialmente desde la infancia y juventud, mejorando planes formativos, en materia de igualdad y sensibilización, siendo la mejor herramienta para luchar contra la posverdad de la desigualdad, ante falsos mitos y creencias.
Tecnocracia y pos-verdad
Natascia Mattucci
Università di Macerata
En este trabajo se quiere problematizar el uso reciente que la prensa ha hecho del término “pos-verdad”, conectado a la irrelevancia de la verdad de los hechos en el ámbito público en comparación con la dimensión emocional, a partir de la relación entre mentira, verdad y poder. Esta conexión se reconstruirá a través de: Algunos textos de Hannah Arendt, escritos entre finales de los años sesenta y principios de los setenta, que advertían contra los riesgos de negligencia política frente a la realidad de los hechos. Las intuiciones de Günther Anders sobre la imaginización de la realidad producida por la tecnocracia (medios de comunicación en particular).
Estas reflexiones sobre la mentira en la política y sobre la función de la imagen son instrumentos conceptuales para pensar la irrelevancia de la verdad y la ausencia de cualquier forma de indignación ante las mentiras políticas por parte de los ciudadanos en los últimos años. Reflexionar sobre la “pos-verdad” significa cuestionar la pérdida de interés por parte del público hacia la veracidad de los hechos y las fuentes, frente a una política de la imagen mediática y espectacular.
Nuevos medios entre formas de participación y degeneración. El papel de la responsabilidad
Veronica Neri
Università di Pisa
Los nuevos medios ofrecen un llamado "otro” espacio de libertad en el que la personalidad se forma e informa, con consecuencias (in)voluntarias offline. Esta libertad activa in(conscientemente) tanto formas de participación democrática como de degeneración.
Los sofisticados sistemas de aprendizaje automático y la gestión algorítmica de puertas perfilan a los sujetos de la red, personalizando los resultados de las investigaciones, alimentando echo chambers y las polarizaciones. Estos procedimientos pueden limitar a los sujetos en ecosistemas cerrados y alimentar el fenómeno de la posverdad.
Es precisa, por lo tanto, una alfabetización digital específica, más allá del marco jurídico, en el plano de los mecanismos de la red, que actúan a través de números, palabras e imágenes.
Consecuentemente se requiere una reevaluación de la categoría ética de la responsabilidad individual, y ello a la luz de la responsabilidad colectiva y relacional, para la persona con conocimientos tecnológicos, de forma que la convierta en verdadera responsable de sus acciones y de las consecuencias que de ellas puedan derivarse.
Aportaciones al análisis del discurso del odio en el pensamiento económico
Begoña Pérez Calle
Universidad de Zaragoza
Stefano Spalletti
Universidad de Macerata
Estrella Trincado Aznar
Universidad Complutense de Madrid
El concepto del odio invade, especialmente en el continente europeo y en los últimos años espacios verbales y no verbales, medios informativos de distinta naturaleza y discursos sociales, políticos y económicos. Desde el fin de la segunda guerra mundial han sido muchos los esfuerzos dirigidos al tratamiento del odio, tanto en el plano de delito como el de incitación y discurso. Del trabajo conjunto de instituciones diversas como las Naciones Unidas, el Consejo de Europa o la Unión Europea, en colaboración con otras de países miembros, vienen surgiendo hace años herramientas de apoyo, especialmente de naturaleza jurídica así como otros protocolos de actuación en terreno, especialmente durante los últimos años cuando el discurso de odio ha mutado mostrando uno de sus peores perfiles, el conocido como ciberodio.
La investigación académica también se ha ocupado de la cuestión, iniciándose significativas líneas de análisis en el terreno jurídico, en el politológico y por supuesto en los estudios de naturaleza social. Sin embargo, se echa de menos una exégesis del discurso del odio que lo trate bajo el prisma del pensamiento económico, cuando no puede negarse por un lado el vínculo existente entre el discurso de odio y determinadas situaciones y coyunturas sociales y políticas, y por otro entre éstas y el pensamiento económico. Si tomamos como base operacional la realidad europea de los últimos años, que engloba y pone a convivir situaciones como la multiculturalidad derivada de las migraciones con la cultura del estado de bienestar y los nuevos medios relacionales, comunicacionales y tecnológicos, es obvio que la investigación en pensamiento económico no debe hacer caso omiso a la coyuntura existente, máxime si dirigimos nuestra atención a épocas del pasado en Europa, donde el odio fraguó un discurso propagandístico y el discurso económico lo acompañó, en tantas ocasiones, para aumentar su crueldad.
Este papel pretende presentar y exponer una nueva línea que se inicia mediante colaboración entre profesores de España e Italia, con el fin de analizar el discurso conocido y denominado como “de odio” bajo los parámetros del pensamiento económico, así como recibir todas las sugerencias posibles por parte de los asistentes a esta mesa temática del congreso.
Lenguaje del odio y la performatividad de los actos de habla
Oscar Pérez de la Fuente
Universidad Carlos III de Madrid
En su obra Excitable speech. A politics of the performative, Judith Butler vincula el lenguaje del odio con la teoría de los actos de habla en la versión de J.L. Austin. Este autor en su ensayo Cómo hacer cosas con palabras analiza la performatividad de los actos de habla. Se dan unas situaciones, que están bajo el punto de vista ilocucionario, donde el nombre realiza él mismo y en el curso de esa realización se convierte en una cosa hecha. En el caso del lenguaje ilocucionario, la declaración constituye el acto de habla y al mismo tiempo es la puesta en palabras de un acto. Austin se refiere a promesas, mandatos, disculpas o advertencias. Butler rescata esta teoría del uso performativo del lenguaje y la aplica a los casos del lenguaje del odio. En concreto, se plantea “cuando afirmamos haber sido heridos por el lenguaje ¿Qué clase de afirmación estamos haciendo?”
En esta comunicación, se va a comparar las teorías de los actos de habla ilocucionarios de Austin y Searle en el contexto de su aplicación a los casos de lenguaje del odio. La intuición de la que se parte es que el enfoque de Searle podría encajar mejor con la perspectiva de analizar la performatividad del lenguaje del odio.
Desde esta perspectiva, Austin presenta una seria de categorías de actos de habla ilocucionarios, ya sean estos Veredictivos, Ejercitativos, Comisivos, Expositivos, Comportativos. Por su parte, Searle presenta una taxonomía alternativa con estas categorías: Representativos, Directivos, Comisivos, Expresivos, Declaraciones.
El análisis de Searle provee de los siete componentes de la fuerza ilocucionaria: a)Objeto ilocucionario; b) Grado de fuerza del objeto ilocucionario; c) Modo de logralo; d) Condiciones de contenido proposicional; e) Condiciones preparatorias; f) Condiciones de sinceridad; g) Grado de fuerza de las condiciones de sinceridad.
Con el material analítico de las obras de Austin y Searle, se prevé analizar casos judiciales de lenguaje del odio de diversas instancias judiciales. La intuición es que la teoría de la performatividad de los actos habla puede aportar nuevas perspectivas para afrontar los casos de lenguaje del odio.